En una de sus crónicas de la ciudad, Sirenas yankees, Alonso Quesada comenta la arribada al Puerto de la Luz de un crucero que hace la travesía desde Nueva York a Italia, con recaladas de horas en Azores, Canarias, Barcelona y demás escalas contratadas por unos ansiosos turistas. Con su sarcasmo feroz, el escritor caracteriza lo que ya entonces le parecía una experiencia acelerada: "El mundo en cinematógrafo, pero con la película reflejada hacia fuera. Era el público el que giraba rápidamente ante esa pantalla del mundo impertérrita".

Siempre que vuelvo sobre este fragmento siento un leve estremecimiento por cuanto que Quesada sintetiza con extrema agudeza, y con décadas de antelación, lo que en nuestros días se ha convertido en uno de los objetos que más atención recibe de la teoría crítica: el inconsciente fílmico del individuo moderno, un sujeto cuya percepción, bombardeada por todo tipo de estímulos visuales, oscila entre la desorientación y la fusión con el cinematógrafo.

En ninguna otra práctica moderna como en el viaje se puede constatar este proceso derivado de la expansión de la técnica que hace que la imagen parezca más real que la vida misma. A ello se refiere Paul Virilio cuando afirma que "con la aceleración viajar equivale a filmar, no tanto producir imágenes cuanto huellas mnemónicas nuevas, inverosímiles, sobrenaturales".

Naturalmente, mucho antes que los sociólogos y los filósofos, la propia industria del viaje había captado ya esta transformación perceptiva y se había puesto manos a la obra para convertir los destinos turísticos en platós que hicieran al visitante sentirse la estrella de su propia película. No hay que irse muy lejos para comprobarlo. Basta con observar las distorsiones de escala y demás dispositivos anamórficos ideados por Néstor para el Pueblo Canario y constatar que tienen algo más que un aire de familia con algunas películas protagonizadas por Douglas Fairbanks, como The Mark of Zorro.

Pero, pese a que su única incursión en el imaginario de los cruceros fue un cameo en la serie televisiva Vacaciones en el mar, Andy Warhol, por estrafalaria que pueda resultar esta asociación, es un artista que en esta cuestión converge más con Alonso Quesada. Para comprobarlo basta con leer lo que la rubia platino escribe en Mi filosofía de A a B y de B a A: "Si quieres que la vida pase ante ti como una película, viaja y podrás olvidar tu vida".