Acostumbrados como estamos a la charanga y pandereta, la influencia mediática que no invita al pensamiento crítico, sino a la resonancia constante de pesimismo y desidia, no es de extrañar que un municipio extremeño opte, mediante referéndum, por fiestas en lugar de crear empleo. Y así vivimos en la mansedumbre intelectual, sin juicio crítico alguno hacia el contexto político, económico y social en el que vivimos, llegando incluso a normalizar, como por la acción de una dormidera, todo tipo de distorsiones de la realidad.

Un partido político realiza atractivas promesas electorales, alcanza el poder, y comienza fraudulentamente a hacer exactamente lo contrario. Y aquí no pasa nada. Mientras se amnistía a los que no pagan impuestos y tienen capitales en paraísos fiscales, al mismo tiempo, se incrementa la presión económica sobre la clase trabajadora. Se lesionan los derechos ciudadanos a la salud, la educación y las pensiones, entretanto se mantienen gastos militares, prebendas millonarias a la Iglesia y grandes capitales públicos a bancos, arruinados en su desmedido afán de lucro. De paso, se silencia al gobernador del banco de España y a quien haga falta. Y aquí no pasa nada. Un mando policial llama "enemigo" a un colectivo de estudiantes de secundaria. El personaje en cuestión es premiado con un ascenso. Y aquí no pasa nada. Por la denuncia de un vocal del CGPJ nos enteramos de las "semanas caribeñas", de su presidente, con cargo al erario público, hechos archivados por la fiscalía del mismo tribunal que preside; el gobierno no quiere investigar y se producen represalias al vocal denunciante. Y aquí no pasa nada.

En España, 1.200.000 niños se encuentran bajo el umbral de la pobreza, casi dos millones de personas acuden a comedores sociales; de los 84 millones de pobres en la UE, el 10,7% se encuentran en España. Y aquí no pasa nada. Los hechos parecen dar la razón a Charles Bukowski cuando afirmó que la diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes. Esa España mal dormida debe tener, como dijo el poeta, su mármol y su día.