Debutar con empate en la Eurocopa no es bueno ni malo. Las selecciones española e italiana reflejaron en un juego indeciso y repetitivo la zona gris que sus países ocupan hoy en la copa del euro. Siguen en competición sin dar señal de lo que pueden lograr, porque un comienzo como el de Polonia y Grecia no pasa de mediocre para dos campeones habituales. Otro de ellos, Alemania, ya ha ganado y tal vez lidere varias fases eliminatorias. El mal fútbol no modifica en principio las fichas millonarias, como tampoco la mala banca. La diferencia es que el futbolista hace caja mientras rinde y, si no, a vivir de los ahorros sin indemnizaciones ni pensiones agraviantes. Los malos ejecutivos bancarios se forran aunque no rindan y se procuran escandalosos blindajes para la jubilación forzosa. Aquellos que han hundido en la miseria varias entidades sin fines de lucro y teóricamente "sociales", que el Estado tiene que nacionalizar con un "préstamo" exterior de hasta cien mil millones de euros, son quince individuos que se han ido o se irán con un coste global de más de cien millones (6,9 millones de media). Tan solo han logrado destruir un 30 por 100 del sistema financiero español, pero el rescate laboriosamente trabajado por Rajoy nos endeuda a todos hasta más arriba de las cejas por la simple razón de que todos los préstamos han de ser reembolsados con intereses. Esos caballeros tienen cara y ojos. Por muy bien que hayan amañado la exención penal, el ilícito social acabará sumiéndoles en una "caza de brujas" si no renuncian al botín ni lo devuelven. La gente ya no está por la labor de absolver latrocinios legales y convierte en apestados sociales a quienes aguantan carros y carretas antes de devolver un solo euro.

A mayor abundamiento, resultan más aburridos que las urracas. Los futbolistas son en estas semanas la alegría de la huerta, la sal de la tierra. O no estaría mal que lo fuesen para manumitirnos de la depresión monotemática. Tampoco es justo pedirles la luna, porque cuando ganaron la Eurocopa y el Mundial vivíamos todos el sueño de las vacas gordas y la ficción del "milagro español", aviesamente alimentada por políticos y aprovechados para gozo de inocentes. Ni siquiera la Marbella del caballero Dívar sería entonces lo que es ahora, ni el fiscal general tendría tanta prisa en dejarle a merced de los medios y las redes sociales.

El campeonato europeo puede operar un efecto meseta en nuestra vertiginosa caída a los infiernos, y eso tiene mucho valor si no lo aprovecha el gobierno para otro ajuste fiscal. Es la forma más inocua del "panem et circensis" de la Roma imperial, aunque el pan escasee. La furia del fútbol no puede suplir la falta de ella en el país que internacionalmente acaba de entrar en la zona de los rescatados, por mucho que Rajoy o Guindos desprecien los nominalismos. Pero ¿imaginan lo que sería otra Eurocopa en manos de "la roja"? ¿Habrá sabido el marqués Del Bosque mentalizar a sus pupilos de este deber patriótico? Ya veo en las apoteosis internas la pancarta "Futbolistas al poder".