No suele asumirse, pero en nuestra intensa historia compartida Marruecos ha influido en España, de forma activa o pasiva, mucho más de lo que se piensa. No viene al caso remontarnos ahora al imperio almohade de las dos orillas, pero en el siglo pasado y aun ahora la vecindad marroquí ejerce un peso propio que, aun difícil de evaluar, no conviene soslayar. Sin duda al revés también. España y Marruecos han cabalgado a lomos de la historia construyendo sus destinos en función en buena parte del otro.

Estos días, precisamente, estamos asistiendo a un emotivo capítulo relativo al Protectorado de España en Marruecos del que este año debería conmemorarse el centenario: el Gobierno español acaba de conceder al Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería, la más alta distinción militar, la Cruz Laureada de San Fernando, por su bravío y heroico comportamiento tras la derrota de Annual, entre el 22 de julio y 9 de agosto de 1921: desde el desfiladero de Izzumar, encima de Ben Tieb, donde se encontraban escalonados los cuatro escuadrones de sables y uno de ametralladoras, hasta la última carga al paso antes de refugiarse en la trampa de Monte Arruit. Al mando del brillante teniente coronel Fernando Primo de Rivera, se encontraban según el listado del general Picasso un total de 461 hombres, 22 oficiales y 439 de tropa (691 efectivos según otros). "Ha llegado la hora de sacrificarse por la Patria", exclamó Primo de Rivera: tras las vibrantes notas del cornetín de órdenes, los de Alcántara se lanzan a la carga una y otra vez, dispersando a los harqueños de Abdelkrim que estaban batiendo al desgraciado ejército de Silvestre.

En cuanto al Regimiento de Alcántara, más del 80% de sus efectivos caen en los combates: de los trece trompetas que en Dar Driuss tocaron diana formando agrupados en la mañana del 22 de julio tan solo sobrevivió, herido, uno. El 23, tras el incomprensible abandono de Driuss ordenado por el general Navarro, los restos de los escuadrones de Alcántara siguen salvando la situación cargando ¡en cuatro ocasiones! en la gesta del paso del Igan: los restos de jinetes y caballos caídos serán encontrados, en formación, cinco meses más tarde en el transcurso de la contraofensiva. Mientras, la degollina, la bárbara mutilación y hasta el saqueo de los cadáveres; ¡la masacre masiva de los soldados rendidos!: 950 asesinados en Dar Quebdani (25 de julio), 500 en Zeluán (3 de agosto), 3.000 en Monte Arruit (9 de agosto)€ Crímenes de guerra sobre los que en Marruecos se guarda un espeso y cómplice silencio.

Tras la excepcional concesión de la Laureada Colectiva, se han empezado a oír interesadas voces críticas. En España el inefable catedrático Bernabé López, conocido intelectual orgánico y que pasa por ser uno de los más destacados especialistas en Marruecos, afirma en declaraciones a un medio nacional "haberse quedado de piedra" (ya), comentando que el gesto puede interpretarse en Rabat como una "provocación del Partido Popular".

Por su parte, el Centro de la Memoria Común para la Democracia y la Paz, dirigido por el profesor Abdeslám Boutayeb, acaba de emitir un comunicado en el que "condena estas actuaciones provocadoras tendentes a politizar la historia y su utilización para fines políticos, glorificando la colonización", calificándola concesión de la Laureada Colectiva al Regimiento de Alcántara como "una iniciativa sorprendente, provocadora y peligrosa sobre el futuro de las relaciones hispano-marroquíes". Lo curioso, obviando los crímenes de guerra citados, es que esos varios miles de soldados españoles, despanzurrados, violados, masacrados€ murieron a mayor gloria del Sultán y del Majzén, esa Dinastía Alauí que fue la gran beneficiada y cuyas Tropas Jalifianas luchaban al lado del ejército español. Esta es la historia y no otra; y ni el profesor Boutayeb ni el mismo Mohamed VI pueden, aunque quieran, cambiarla. Visto.