Ya es oficial: España está intervenida por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional como consecuencia de haber sido llevados en los últimos años por direcciones que han mutilado nuestro presente y nos han dejado un futuro muy incierto. En estos momentos, los españoles ya no tenemos libertad para elegir si hacemos o no sacrificios. La teníamos, pero de eso hace ya veinte años, el mismo año en que Japón tuvo su crisis económica de la que parece que está empezando a salir ahora. La intervención de la economía española es una intervención en toda regla para sortear una situación de liquidez, aunque no de solvencia, del Reino de España. Urge desendeudarse. Pero para que España pueda hacer frente al pago de la enorme deuda privada generada por unos banqueros y políticos imprudentes o analfabetos financieros, debe cumplir las recomendaciones e instrucciones recogidas en un Memorando de Entendimiento (o MOU, por sus siglas en inglés de Memorandum of Understanding). Si el MOU se incumple en el calendario fijado, no nos prestarán los miles de millones de euros que necesitamos para rescatar la economía.

No echemos la culpa a Alemania. La culpa es nuestra. La primera ministra de Alemania y su gobierno se han subido el sueldo por primera vez en 12 años. En España, los políticos, cargos públicos y cebollinos puestos a dedo por los partidos del lugar y del momento no han parado de subirse el sueldo y sus prebendas en los últimos 12 años. Hay más políticos en la administración pública que el conjunto de médicos, policías, profesores universitarios y bomberos de toda España. La Unión Europea está horrorizada con esta burbuja política y sindical que desangra España. La gente tiene derecho a escandalizarse cuando lee que muchos políticos cobran más de un sueldo público, o que hay hogares de políticos donde todos sus miembros están enchufados en la Administración, o que muchos cargos políticos han tenido beneficios indecentes de forma legal, o que vamos a pagar 90.000 euros por un retrato del anterior presidente del Congreso de los Diputados, o la persistencia de diputados imputados por corrupción sin que a sus propios partidos se les caiga la cara de vergüenza. Ahora se entiende el comentario del físico Stephen Hawking cuando Bush propuso en 2005 enviar de nuevo astronautas a La Luna, al decir que "sería mucho más barato enviar políticos, ya que no hay motivos para traerles de vuelta".

No nos engañemos. Las medidas que se han implantado hasta ahora son solo la punta del iceberg de lo que nos va a venir. El plan inicial tiene un objetivo recaudatorio y de control del gasto público que conducirá de inmediato a una devaluación interna por imposibilidad de devaluar la moneda común. Pero luego vendrán las grandes reformas para las que no hemos sido preparados. España hace aguas por la manera que está organizada política, económica, financiera y socialmente. Las clases media y trabajadora están cada vez más desencantadas de sus gobernantes. España necesita urgente ser reseteada para su modernización. En mecánica o electrónica, se entiende por resetear (del inglés reponer o reiniciar) a la puesta en condiciones de un sistema.

Resetear España es hacer reformas estructurales propias de otro modelo de nación. Como dijo el escritor italiano Giuseppe Lampedusa en su novela El Gatopardo, es preciso que todo cambie para que todo siga igual. Tendremos que buscar el equilibrio entre integrar lo que vale y eliminar lo innecesario para ser más eficientes. No podemos mantener una estructura política hipertrofiada en siete niveles (parlamentarios europeos, Congreso, Senado, Delegaciones de Gobierno, gobiernos autonómicos, Diputaciones y Cabildos, gobierno municipal). No podemos tener cuatro veces más políticos que Alemania. No podemos mantener 8.300 ayuntamientos. No podemos mantener 72 universidades públicas y privadas. No podemos mantener megacentros científico-tecnológicos en cada provincia. No podemos mantener empresas públicas ni chiringuitos que son refugio para políticos que pierden las elecciones. No podemos permitir mediocres al frente de nuestras instituciones. No podemos ser el país donde cualquiera puede ser ministro y donde un ministro puede ser cualquiera. No podemos permitir sueldos tan desiguales para profesiones y trabajos tan iguales, ni sueldos tan desmesurados para responsabilidades de poca monta. Hay que tributar según los ingresos y respetando la ley. No puede ser que el 90% de la recaudación por el IRPF provenga de los asalariados. Si los no asalariados pagaran como deberían, el Estado no tendría deudas ni habría necesidad de recortes salariales. No podemos permitir que quienes crearon o mal gestionaron esta crisis queden impunes. Con el MOU, no tendremos escapatoria. Buen día y hasta luego.

Fernando Montecruz