El poder global del imperio español en los siglos XVI y XVII tiene zonas de sombra, pero la creatividad cultural fomentada por los Austrias y sus cortesanos es luz que nunca declina. Estudiosos y coleccionistas de varios países europeos se unieron el otro día en el Museo del Prado a varios centenares de españoles para "descubrir" un segmento tan importante como mal conocido de la obra de Van Dyck: aquél que nació por demanda real o señorial de España. Nada menos que ciento doce son las pinturas vinculadas que radiografía Matías Díaz Padrón en el doble volumen Van Dyck en España. Casi mil páginas con más de ochocientas ilustraciones dan cabida a la más exhaustiva investigación realizada hasta la fecha a través de las fuentes documentales y la pesquisa del genio flamenco en museos y colecciones de Europa y América. Todas las facetas del diamante, compositivas, estéticas, estilísticas, iconográficas e históricas, alcanzan su brillo definitivo en el análisis del canario Díaz Padrón, que fue durante cuarenta años conservador jefe del departamento de pintura flamenca y holandesa del Museo del Prado. En el ápice mundial del conocimiento de aquellas escuelas insignes, su dictamen es dirimente en cualquier controversia. Pinturas descubiertas por él se han incorporado incuestionablemente al legado de Van Dyck, discípulo predilecto de Rubens e inspirador de Velázquez y Murillo.

Hace pocos años presentó otro magno estudio en tres volúmenes, El siglo de Rubens en el Museo del Prado, que disecciona cada pintura desde el primer apunte hasta la culminación. Todo el proceso pictural queda expuesto sobre la reproducción de los bocetos sucesivos, con acopio crítico e histórico realmente monumental. El método y la profundidad del tratado dieron un vuelco a la investigación científica de la Historia del Arte, como es previsible que ocurra desde ahora con el de Van Dyck, otro gran catalizador del interés cultural de la España del Barroco aunque su obra "española" se haya dispersado a lo largo y ancho de Europa. Es fascinante conocer que algunas obras maestras, hoy admiradas en museos franceses, ingleses, holandeses y alemanes, fueron encargos españoles. Originales localizados o desaparecidos, réplicas, obras de taller y copias están recuperados y clasificados para siempre en las páginas de Díaz Padrón. El Rubens fue presentado en la sala Villanueva del Museo del Prado y el Van Dyck en el nuevo auditorio de la admirable ampliación realizada por Rafael Moneo, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012.

El director de la casa, Miguel Zugaza, glosó el valor señero de la edición y anunció una próxima y grandiosa exposición temporal Van Dyck.

La España imperial de Tomás Luis de Victoria, Cervantes, Calderón y Velázquez fue discutible en las armas e insuperable en el esplendor de la Cultura. Las casas reales de Austria e Inglaterra se disputaban encarnizadamente el trabajo de Van Dyck, pero su relación con España fue mucho más iluminadora de lo que creíamos.