El susto no llegó en viernes sino en jueves con la aprobación de los Presupuestos Generales para 2013. Presupuestos o supuestos presupuestos, porque del dicho al hecho va... un cacho... y grande. Sabemos que el papel (pendrives) aguanta casi todo y ya lo vemos en las propias previsiones del Gobierno que nos vende un decrecimiento del 0,5% para el próximo año, cuando las serias y vinculantes hablan del 1,5%.

El propio Ejecutivo admite que baja la cifra del decrecimiento para generar confianza, cosa difícil cuando una mentira piadosa equivale a cifras de nueve ceros, cero arriba cero abajo.

Unos presupuestos, los más duros de la historia de la democracia, que se comen casi 20.000 millones con un visto y no visto, pero que desviste o, más bien, desnuda a las clases menos favorecidas: a día de hoy el 80% de la población española.

Nos dicen que son unos presupuestos sociales, pero si observamos con atención vemos que, justo en el capítulo de servicios sociales, recortan hasta 500 millones de euros, porque sabiendo que se requerían este año 300 millones para garantizar las necesidades sociales de primer orden, no solo no se abonan, sino que reducen 200 millones más para el próximo ejercicio.

El Gobierno del señor Rajoy habla del "esfuerzo" que ha hecho su Gobierno. Perdone, señor presidente, pero es el esfuerzo lo hace la ciudadanía que busca en las rebajas el cinturón más barato para, por lo menos, poder decir que se lo aprieta.

Verdades a medias o a medida. Me refiero a la subida (¿?) del 1% en las pensiones, si la progresión está por debajo de la propia subida del IPC con lo cual, la pérdida de capacidad adquisitiva, es patente.

Y, más preocupante todavía: para poder aplicar ese 1% a las pensiones han recurrido a romper la hucha del Fondo de Reserva. Huida hacia adelante.

Los titulares hablan de subida de pensiones, de pago de deuda y de becas. Me quedo con la de en medio. 38.000 millones para pagar los intereses de un país precintado por la Hacienda Europea, pelele zarandeado al capricho, la avaricia y la usura de los mercados financieros internacionales.

Nos dicen que en estos PGE son los ciudadanos y las empresas los que más impuestos pagarán. ¿Meten en el saco de empresas a los autónomos con uno o dos trabajadores empresa? Lo cierto es que solo las grandes empresas y las grandes fortunas son las que vuelven a verse beneficiadas con deducciones difícilmente plausibles.

Y mientras los ciudadanos se reparten la pedrea, al Gobierno le cae el Gordo ahorrándose el abono del 20% de impuestos del premio. A la mayoría le toca la lotería por aquello del capricho del azar, a otros por su obsesión de asir.