En los próximos 12 años o más, en España se va a hablar mucho de dinero: del dinero que debemos, del dinero que no podremos pagar, del dinero que seguiremos debiendo, del dinero que no sabemos que debemos, del dinero que se ha despilfarrado en chorradas políticamente "correctas", del dinero que no tenemos para acabar cientos de obras públicas cofinanciadas con fondos europeos y que no podemos derribar porque tendríamos que devolver el dinero recibido por la Unión Europea para construirlas, del dinero que no tendremos, del mucho dinero que tienen unos pocos individuos y del poco o nada que tiene la mayoría de los ciudadanos.

En los últimos 12 años o más, en España se va a hablar mucho de la casta de intocables que ha expoliado este país en todos los ámbitos: económico, financiero, educativo, tecnológico, científico, sanitario, social. Un expolio que es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Los intocables son la secta que ha vendido a este país para las próximas generaciones: cientos de miles de políticos de todos los partidos políticos, asesores, banqueros bien pagados y liberados sindicales que ganan más sin trabajar que trabajando. A estos intocables, la crisis no parece afectarles en nada. Mientras, millones de personas permanecen sin trabajo, se ejecutan terribles recortes de plantilla, se rebajan los sueldos, se aceptan contratos basura, se desahucian a familias que no pueden pagar ni un alquiler por su vivienda, se rebajan las pensiones y se recortan derechos sociales que disfrutan otros ciudadanos europeos. El hambre y la miseria se van extendiendo como una plaga, y más y más gente entra en el agujero de la pobreza.

En los próximos 12 años o más, en España se va a hablar mucho de cómo se llegó a permitir que algunos intocables llegaran a cobrar más de 11.000 euros mensuales incluyendo sus prebendas. Se hablará de cómo permitimos que los partidos políticos, organizaciones sindicales y empresariales y empresas públicas de pacotilla fueran subvencionados por todos los ciudadanos, sin preguntarnos nada; de cómo permitimos que nuestros representantes políticos fueran elegidos a través de listas cerradas e impuestas; de cómo permitimos que los políticos tuvieran una serie de ventajas que no tienen otros ciudadanos públicos (dietas, descuentos, tarjetas, ordenadores, teléfonos móviles de última generación, viajes, hoteles, comidas, taxis, chófer, pagos de multas, "jubilaciones"); y de cómo hemos permitido que nuestros salarios estuvieran por debajo de nuestras necesidades mientras que los de los intocables no han dejado de crecer en los últimos 15 años.

En los próximos 12 años o más, en España se va a hablar mucho de cómo llegamos a ser el único país del mundo que ha reformado su sistema educativo diez veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado; de cómo hemos creado una cultura en la que los mediocres son los primeros en ser ascendidos, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación, los que medran sin méritos individuales y a los únicos que votamos en las elecciones sin importar lo que hagan; de cómo hemos llegado a construir más universidades que Alemania y Francia juntas y no tenemos ninguna de ellas entre las 150 mejores del mundo; de cómo hemos sido gobernados por políticos que jamás aprobaron unas oposiciones, ni habían trabajado antes, ni conocían la Historia de España; de cómo hemos permitido que muchas CC.AA. inviertan una basura en investigación y fuercen a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir; de cómo somos el único país de la Unión Europea que no cuenta con una Ley de Transparencia; de cómo somos el único país desarrollado en el que decimos "este país" en lugar de su nombre, donde la bandera nacional es denostada, y donde la historia reciente de los últimos 100 años es completamente ignorada.

En los próximos 12 años o más, en España se va a hablar mucho de cómo permitimos que cerraran empresas productivas mientras se mantuvieron y mantienen empresas públicas deficitarias que despilfarran el dinero de los impuestos de los ciudadanos para dar cabida a políticos que pierden elecciones y a enchufados agradecidos del voto cautivo. ¿Cómo es posible que no se pueda conseguir un empleo en las miles de empresas o por los más de 3 millones de Trabajadores Autónomos que hay en España para que desaparezca la vergonzosa y humillante cifra de 6 millones de desempleados? Los altos niveles de incompetencia, ignorancia, corrupción, impunidad, victimismo y demagogia de los intocables políticos, asesores y aprendices de banqueros están tocando los cataplines y los ovarios a la ciudadanía, Y todo tiene un límite. Vaya que si lo tiene. Buen día y hasta luego.