Con su aspecto tímido la Ministra de Trabajo Fátima Báñez (Chanel Núm. 4) se atrevió a decir que ya se vislumbraba la recuperación en la economía española. Repetía y compartía actualidad y proceso con la otra Ministra anterior del Psoe, Elena Salgado (Colonia Myrurgia), quien en pleno disloque romántico y ecológico anunció -y puso de moda- los célebres brotes verdes. Digo, que ninguna de las dos se equivoca, en su atemporal profecía. La economía se recuperará, pero ¿cuándo? Los que nos hemos dedicado a esto, sabemos de los ciclos cortos y largos de la actividad económica, en una casuística paralela a la geológica: el magma que calienta la tierra en actividad continua y sale cuando no se le espera.

El Ministro de Economía Luis de Guindos -que junto con Ana Matos y Fernández Díaz, forma el trío de personajes adustos incapaces de sonreír siquiera con un chiste de Gila o una viñeta de Montecruz (La Provincia)- solidario con su compañera de Gobierno, ha ido en tres ocasiones más allá, diciendo que en 2014, ya estaremos encajados en el canal del paraíso. A su última afirmación, hace pocos días, se encargó de enfriarla el Banco de España. Y es que no es lo mismo el deseo que la realidad. El Ministro arguye que se ha logrado el equilibrio entre los trabajadores del sector privado y ahora hay que ir por el equilibrio del sector público. Atención, pues, al material inflamable. Tampoco es verdad que se haya logrado el equilibrio laboral del sector privado. El paro sigue creciendo como el manantial que lo nutre con las nuevas incorporaciones al ejército de reserva (Marx) de los que llegan por primera vez al mercado espurio del trabajo. Aumentan los contratos-basura, los temporales, ERE, despidos con saldos injustos y un dato negativo a todos los efectos, que es la nueva emigración de nuestros jóvenes, lo que ayuda a las cifras estadísticas del Gobierno pero que nos desangra canallescamente. El deterioro es manifiesto, los abusos y las mentiras escandalosos. El equilibrio laboral público llegará con más despidos en el sector, empeoramiento de las condiciones de trabajo y disminución del salario. ¿Para cuándo la reforma institucional, con despido de políticos, asesores y adláteres? Suena a ridículo, las medidas inconcretas y nimias de coches y brindis con sifón. Y aquí hay que hacer una parada. ¿Qué es esto y a quién Beneficia? Esto es capitalismo y beneficia a los capitalistas. Advierto que la mayoría de los empresarios no son capitalistas.

Aquí no hay batalla, aquí lo que hay es un pertinaz y provocado arrinconamiento a las clases medias y pobres. La batalla se perdió desde que la izquierda renunció a una honrada concepción y gestión de lo público y decidió, sin agotar el debate, favorecer el dominio de lo privado, desentendiose de la gestión continua y responsable, de la actividad pública, cuando le correspondió, abriendo con su ineptitud la zanja que corría cuesta debajo de lo público a lo privado. La esperanza de un cambio de sentido es ya mínima. Todavía con Bankia se pudo remontar la cuesta y lo que ha resultado es una estafa monumental. Se nacionaliza, se sanea con dinero público y entonces se vuelve a entregar a los capitalistas. No han seguido el modelo de Suecia en un caso parecido. Al mismo paso y olé, los criminales desahucios bancarios abaten a los humildes. Abatidos por el rugir del pueblo, el PP recurre a su cañón favorito (Decreto-Ley) para sacar unos normas que no convencen ni satisfacen. ¿Y qué esperaban? ¿Cómo va el PP a mojar la oreja de su capitalismo protector? Se han negado a los desahuciados, verdaderos necesitados, los capitales públicos que se han espolvoreado abundantemente a Bankia. Estamos con Jacques Roux, el llamado "cura rojo", significado componente del grupo "los rabiosos", que ya en el siglo XVIII dijo: "Las leyes son crueles respecto a los pobres porque no han sido hechas más que por los ricos y para los ricos". Algunos partidos políticos (PP y Psoe) se parecen tanto como las cáscaras de los huevos: unas son más blancas y otras más oscuras, pero todas son cáscaras de huevo. Estos políticos son ejecutivos de segundo nivel a los que se les permite gozar del poder político, erótico y fructífero, con sus prebendas, privilegios, enchufes, al precio de chatarra moral. El verdadero poder es el del dinero que está por encima del pueblo y del político, haciendo posible la pregunta de Eduardo Galeano: ¿No sería más fácil que el gobierno disuelva al pueblo y elija otro? El poder económico no se deja ver pero sí sentir. Detrás de cada ciudadano hay un ave rapaz que lo persigue como a Tántalo. Esta gente se distribuye el beneficio que genera la sociedad y sus acólitos políticos les eximen del esfuerzo contributivo, con amnistía fiscal incluida, recurriendo a impuestos indirectos a todas luces injustos. Recortes en sanidad, en educación, etc, por la insuficiencia de ingresos, es la excusa de este Gobierno, que cobardemente se esconde tras una Europa de rumbo dudoso, elevando a la categoría de macroestado lo que es miseria nacional. ¿Conocen Vds. los nombres de los capitalistas europeos? Acabo este artículo con una metáfora, que recurre a una leyenda árabe. Un padre pide a su hijo que le lleve su carga. El hijo acepta, pero queda admirado cuando sube a sus hombros el padre con la mencionada carga. Y no se los pudo quitar de encima. Le dejo a Vd., paciente lector, el orden de colocación en este cuadro del pueblo, el político y el capitalista.