Si el desierto es proclive a los espejismos, no lo es menos la guerra en ciernes "contra el terrorismo" (una verdad a medias) que apunta ya en el norte de Mali y en parte del resto del Sahel, Níger incluido. Como en toda guerra que se precie la primera víctima es la verdad y aquí, por medio de una planificada intoxicación, se están ocultando vectores clave como son los intereses de algunas potencias occidentales en la región así como los de dos países virtualmente enfrentados desde los años sesenta en una virtual "guerra fría": Marruecos y Argelia. Sobre África, ese gran continente con inmensos recursos naturales aun por explotar, se cierne la sombra neocolonialista de los Estados Unidos y China, potencia emergente y uno de los cinco países BRIC, mientras que Francia mantiene con uñas y dientes sus intereses: las provincias independentistas de Kidal y Gao lindan con Níger, tercer exportador mundial de uranio y país donde también vive una importante población tuareg, levantada en armas hace años antes que sus hermanos de Mali y dominante en el MNJ (Movimiento de los Nigerinos por la Justicia). A menos de 200 km de la frontera, la multinacional francesa Areva explota las ricas minas de uranio (mineral fundamental para el combustible de los reactores nucleares de fisión), en competencia desde 2007 con la china Sino Uranium. ¿Tendrá esto algo que ver con el ardor guerrero de París para "estabilizar el norte de Mali"??. En cuanto a Marruecos, se juega buena parte de su futuro (o al menos el de la Corona) con la anexión unilateral y sus Provincias del Sur mientras Argelia, estancada sine díe la resolución del conflicto del Sáhara Occidental, busca una nueva salida al Atlántico para su gas y petróleo a través de Mauritania. Ambos, Argelia primero y Marruecos detrás, coinciden en no ver con buenos ojos el establecimiento de un nuevo estado separado de Mali, es decir Azawad (o Azawagh), cuya independencia fue proclamada por los tuaregs (bereberes del sur) el pasado 6 de abril.

Sobre el terreno, las dos agrupaciones de actores en liza en las provincias del norte de Mali (Tombuctú, Kidal y Gao) presentan rasgos bien diferenciados: la islamización radical de los Hombres Azules (tuaregs) del MNLA (Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad) es relativa y confusa la relación de los tuaregs de Ansar Dine (Defensores de la Fe) con el terrorismo yihadista, pese a que fuentes argelinas informaron que el 3 de noviembre y tras conversaciones entre un enviado de Argel, Abdelkader Messahel y el líder tuareg Iyad Ag Ghaly, éste habría confirmado su fidelidad a AQMI, lo que fue posteriormente desmentido por el portavoz ansarí, Sanda Ould Boumama. Todo lo contrario de AQMI (Al Qaïda en el Magreb Islámico) y su versión más localista, Muyao (Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental), así como de otra sangrienta secta islamista originaria del norte de Nigeria y también presente en la zona, Boko Haram ("La educación occidental es pecado"), firmemente comprometidos con el terrorismo puro y duro. Hay más cosas que no encajan: desde la financiación por el Emirato de Qatar del salafismo radical, pilar teológico de AQMI en la región, a la probable vista gorda de Argelia en su frontera sudoeste con el contrabando por parte de AQMI de gasolina y gasoil desde Tamanraset. Marruecos por su lado no deja de apuntar el flujo de saharauis del Frente Polisario desde los campamentos de Tinduf para alistarse en AQMI, algo que es desmentido por los "polisarios". La realidad es que en el pasado noviembre, Marruecos lograba desmantelar una peligrosa célula que enviaba jóvenes "yihadistas" (de momento, más de veinte ya habrían logrado integrarse en AQMI y/o Mujao) desde Casablanca, Marrakech, Tetuán, Nador, Guercif, El Aaiún y otras localidades y que, al parecer, recibían un entrenamiento paramilitar previo, junto con el parcial desmantelamiento (al menos 17 detenidos) de tres células de Ansar Ashariaa entre el 17 de octubre y el 5 de noviembre en varias ciudades del Reino incluida la capital, Rabat y que ya habría empezado a instalar un campo de entrenamiento terrorista en las montañas del Rif. Por no hablar de la mezcolanza entre irredentismo nacionalista, religión, criminalidad y terrorismo yihadista: muchos de los jóvenes detenidos en Marruecos estaban implicados en el contrabando y el tráfico de drogas.

Parece que si la guerra ya está decidida (pendiente de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU), la fecha aún está por determinar: si el ministro de defensa francés, Jean-Ives Le Drian, afirmaba el viernes 19 de octubre en Madrid que "Intervendremos en Malí dentro de unas semanas", el Enviado especial de las Naciones Unidas para el Sahel, el italiano Romano Prodi, matizaba el 20 de noviembre en Rabat ante el ministro de Asuntos Exteriores, Saâd Eddine El Othmani, que "Hace falta mucho tiempo para llegar a una acción militar", probablemente "no menos de seis meses". En la última reunión del grupo "Iniciativa 5 + 5" el pasado lunes 10 de diciembre en Rabat, parecía aun apostarse por el diálogo antes de la acción militar mientras el ministro de Defensa, Pedro Morenés, ponía el dedo en la llaga al advertir que, pese a sus reticencias, "Argelia es un país clave" en la resolución de un conflicto en el que laten, soterrados, poderosos intereses en juego. Uno de ellos el bloqueo consensuado a la formación de un estado tuareg, Azawad.