No sé si recordarán a un político conejero de hace ya algunos años y de cuyo nombre no debo aquí acordarme. Pero, no ha mucho tiempo, cuando todavía habían pescadores en la isla de Lanzarote.

Nuestro hombre había nacido en La Graciosa y era pescador de los de barquilla y redes, de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro y gran madrugador. Hasta que un mal día, dieron por darle un cargo público. Ha-bía sido un experto en las artes de pesca, pero no sabía nada de gestión política, aunque se daba a sus representados, con tanta afición y gusto, que no reparaba en razón ni sin razón por defenderlos...

En aquella época ya tenía un móvil al que andaba siempre enchufado y, en esta ocasión, se encontraba en el aeropuerto de Lanzarote esperando la hora de embarque. No paraba de hablar y quejarse, a voz en grito, largando de todo por el bendito telefonillo. Fue entonces, cuando soltó aquello de: "...es que no me hacen caso omiso".

Cada uno dice lo que sabe decir, valga la rebuznancia, y ya se sabe que, los políticos, como su propio nombre indica, están para lo que son: a caballo regalado se lo lleva la corriente, y a camarón que se duerme no se le miran los dientes...

No sé lo que pensarán ustedes, pero yo prefiero aquel "lenguaje florido", a este otro de los tecnócratas titulados, que ahora nos han tocado en suerte (es una forma de hablar).

Dice D. Cristóbal Montoro, actual ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, que "este será el último año de la crisis..." Es una forma de no decir lo que había dicho antes, precisamente: que la economía se iba a recuperar a partir del segundo semestre de este año.

También en los Tele-Nodos de la pública decían, con no menos regocijo, que Chipre tendría un amplio plazo de 22 años para devolver su deuda, cuando lo que tenían que haber dicho era que, la mayoría de los pobres chipriotas, están condenados a pagar las deudas del Gobierno, para el resto de su vida, a base de sacrificar sueldos, capacidad adquisitiva o prestaciones sociales.

Las crisis económicas, querido amigo, se arreglan pagando y, mucho me temo, que esta cuenta la vamos a tener que pagar también nosotros. De nada nos servirá gritar o ladrar porque, al final, ya se sabe: muerto el perro se acabó la rabia.

Pero es una forma de hablar. Nuestro ministro puede que tenga razón cuando dice que se acabará la crisis este año, pero puede que diga o pretenda decir que se acabó la crisis, pero porque empieza la hecatombe.

Los políticos se han convertido en maestros de no decir lo que dicen y decir lo que no dicen. Por algo será, también, que al Sr. Montoro le tildan de mentiroso compulsivo.

Un conocido político se encontró una vez con Jaimito, y le dijo: "Vaya, pero si eres Jaimito, el de los cuentos". "No", respon-dió Jaimito, "yo soy Jaimito el de los chistes, el de los cuentos es usted..."