Dos acontecimientos ocurridos en las Islas Canarias en esas fechas cruciales para la Historia de España, mantenidos en relativo secreto y por lo tanto, poco divulgados, estuvieron a punto de cambiar el curso de los preparativos y ejecución del Pronunciamiento Militar contra el Gobierno de la República Española.

Se trata de los dos intentos de acabar con la vida del General de División Francisco Franco, entonces Comandante Militar de Canarias, y que a pesar de su osado planeamiento y ejecución, no consiguieron finalmente su objetivo y la "baraca" (suerte), que aparentemente siempre iba con él, le acompañó una vez más.

El primer atentado, se produjo el 14 de julio, en la propia Comandancia Militar de Canarias, (hoy Capitanía General), en la Plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife. La decisión de matarlo, fue tomada por unos catalanes residentes en Tenerife, en una reunión del Comité Confederal de Canarias y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El cerebro de la conspiración fue Antonio Vidal Arabi, un intelectual catalán que vivía en Santa Cruz y tres anarquistas fueron los encargados de ejecutar un astuto plan para matar a Franco, en esa calurosa noche tinerfeña, hoy hace 75 años.

Contaban con la ayuda de otra catalana, María Culi Palou, enlace con los extremistas, propietaria del Restaurante Odeón y que también regentaba una cantina de soldados, situada en uno de los laterales de la Comandancia General. Durante la noche de autos, los tres anarquistas armados, se colaron por una trampilla desde la cantina, a la azotea y de allí al corredor que conducía a la habitación del Comandante General Francisco Franco, pensando que por el calor la puerta podría, (como otras veces), estar abierta, pero Franco siempre muy precavido la había cerrado y encima puesto un tranca, por lo que no solo no la pudieron forzar (era de tea), sino que con el ruido lo despertaron, y este por una ventana dio la alarma a la guardia, que a tiros puso en fuga a los pistoleros.

El 17 de julio, Franco embarca en el correíllo Viera y Clavijo con destino a Las Palmas de Gran Canaria, y es allí donde se produce el segundo intento de asesinarlo. Al día siguiente, el mismo 18 de julio de 1936, tras alojarse en el Hotel Madrid, de la Plaza de Cairasco (junto al Gabinete Literario), fuertemente custodiado por una Guardia Militar, mandada por Oficiales ya sublevados, tiene que trasladarse a la Base Aérea de Gando, donde le espera un avión, (Dragón Rapide), contratado por ellos para trasladarle a Marruecos, para ponerse al frente del Ejército de África, decisivo en el desarrollo del Alzamiento Militar.

La salida de la capital de Gran Canaria, por la carretera del Sur hacia Gando, tenía que hacerse forzosamente, por el angosto paso del Túnel de La Laja. Pues bien, es ese el sitio ideal para una emboscada, y allí estaban apostados fuertemente armados, elementos leales al Gobierno de la República, para matarlo. También se preparó un retén armado en las afueras del Aeródromo, para detenerlo a su llegada y fusilarlo. Este plan contaba con muchas probabilidades de éxito, dado lo audaz que era y lo minuciosamente preparado que estaba.

Una vez más, la suerte y la desconfianza de Franco salen a relucir y se plantea y ejecuta un plan alternativo, para salir de la Capital hacia Gando, sin pasar por La Laja, ni por ninguna otra carretera. El Plan B consistía en caso de sospecha (que luego se confirmaría por los hechos) de peligro en el desplazamiento por carretera, en tomar otra alternativa, la vía marítima, cosa que así se hizo, tomando una embarcación (Remolcador España 2), en el antiguo Muelle de Las Palmas (junto al Parque de San Telmo), que tras pasar por el arriesgado tramo de la Mar Fea, que se encontraba con mar en calma, llegó directamente a la bahía de Gando, donde le esperaba calentando motores el Hidroavión Dragón Rapide, (De Havilland DH-89A, financiado por Juan March y gestionado por Luca de Tena).

A las 14.33 horas el Dragón Rapide despega camino de Agadir, con Franco vestido de paisano y un pasaporte falso, con apariencia de un simple turista, que no baja del avión. A las 21.15 llegan a Casablanca, donde pernoctan. Allí le informan que no se dirija (como estaba previsto) a Tánger ya que advertidos de su viaje, militares leales a la República le esperan para detenerlo, por lo que se dirigen al Aeródromo de Sania Remel (Tetuán), hasta hace poco defendido por el comandante De la Puente Bahamonde, primo hermano de Franco y que permaneció fiel a la República. El Aeródromo ya se encuentra controlado por el Teniente Coronel Sáenz de Buruaga, hombre de confianza de los sublevados.

Finalmente, el 19 de julio de 1936, a las siete de la mañana, Francisco Franco, que nuevamente viste su uniforme de General de División (con fajín rojo y borlas doradas), llega a Tetuán, no sin antes tomar una última precaución: dio al piloto (capitán Cecil W.H. Bebb), la orden de dar una pasada rasante sobre la pista para comprobar que todo estaba en regla, reconociendo en ella a Sáenz de Buruaga ("el rubito"), por lo que aterrizan sin novedad. Inmediatamente, Franco se pone al Mando del Ejército de África (el mejor equipado e instruido), y la noticia llega a todos los rincones de España. La Guerra Civil: (18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939), ha estallado.

Y volviendo al principio de este artículo: los atentados que Franco sufrió en Canarias. Si alguno de ellos hubiese conseguido su objetivo: "Matar a Franco", y estuvieron a punto de lograrlo (le salvó su "baraca", su perspicacia gallega, su preparación militar, y seguro un buen Servicio de Información), nos planteamos qué le hubiese sucedido al incipiente Alzamiento Militar, sin su más prestigioso General: Francisco Franco Bahamonde; seguro que habría cambiado el devenir de la Guerra Civil y con ello la Historia de España.