Se cumplen 534 años de la humillante derrota que sufrieron los cristianos de Gran Canaria el 24 de agosto de 1479 en la denominada "batalla de San Bartolomé", librada en los altos de los Tirajanas, cuando, en su retirada, las tropas que mandaban el obispo Juan de Frías y el capitán Juan Hernández Cabrón fueron sorprendidas a la altura de Risco Blanco donde antes habían destruido el "templo aborigen" que allí existía, lo que provocó la fulminante e inmediata reacción por parte de los grancanarios, que obtuvieron así una gran victoria, que cuatro años después -el 29 de abril de 1483, en zona cercana denominada lugar de Ansite- consumó la conquista por parte de las tropas españolas y la incorporación de Gran Canaria a la corona de Castilla.

Según el historiador Viera y Clavijo, el gobernador Pedro de Algaba y el deán Bermúdez resolvieron intentar una expedición marítima y hacer el desembarco por la parte del litoral marino de Tirajana, expedición que iba bajo las órdenes del comandante Pedro Hernández Cabrón. El desembarco se efectuó por Arguineguín sin el menor obstáculo y contratiempo, porque apenas los isleños habían divisado los navíos se retiraron a las cumbres para proporcionar que los españoles disfrutaran de libertad para penetrar valle adentro y hacer al mismo tiempo un considerable pillaje de cebadas, ganados e higos.

Después de desembarcar en las playas de Arguineguín, la expedición militar castellana, mandada por Hernández Cabrón, se adentró por el barranco y, a medida que avanzaba, el paso se iba estrechando, circunstancia que aprovecharon los indígenas isleños para ir tomando posiciones estratégicas en las alturas, desde donde dominaban completamente la situación, resueltos a cortarle la retirada en los desfiladeros y pendientes que estaban a la vista, hecho que ejerció influencia importante en el ánimo de los soldados castellanos, que comenzaron a sentir temor, miedo, y en sus ánimos se consideraron presos de intensísima intranquilidad. Desde las montañas, los canarios fueron contra los castellanos, a los que les ocasionaron cuantiosas pérdidas y más de cien soldados heridos, lo que les llevó a adoptar la decisión de abandonar y restituirse a las embarcaciones. Un cristianó que servía de práctico advirtió a Hernández Cabrón que considerase el peligro a que se exponía su gente. Pero el comandante, que ni conocía ni tenía experiencia del valor y ligereza de los canarios, le respondió: "Anda, hijo, anda, que yo no tengo miedo a gente desnuda", y prosiguió su marcha.

Pero aquella gente desnuda conducida por el Faycán de Telde se echó sobre los conquistadores con tal ímpetu y griterío que provocaron la muerte de 22 hombres, más de 100 soldados heridos y 80 prisioneros; y todavía más, una fuerte pedrada, que el comandante Hernández Cabrón recibió de lleno en la boca, le quebró todos los dientes. Los guerreros de Tirajana persistieron en su lucha contra los castellanos hasta hacerlos refugiarse en sus naves con el obispo don Juan de Frías que les acompañaba. El prelado, en acción de gracias al santo de aquel día -24 de agosto de 1479- instituyó como patrono del lugar al apóstol mártir San Bartolomé -bellamente cantado por Cairasco de Figueroa en uno de los capítulos de su obra "Templo Militante: festividades y vidas de santo"- que desde entonces es patrón principal del municipio de la villa de San Bartolomé de Tirajana, por cierto un título que dentro de unos años podría cambiar por el de Real y Heroica Villa de San Bartolomé de Tirajana. En su momento argumentaré las razones.