El castellano o español, como le llaman muchos, sufre últimamente una serie de agresiones que lo llevan a la creación de esa especie de spanglish, jerga que ya hablan algunos latinoamericanos, especialmente los puertorriqueños, debido, sobre todo, a su integración en los Estados Unidos como Estado Libre Asociado. También los llanitos de Gibraltar tienen su spanglish y andan very angry porque Spain les está closing la fence´s door...

Lo que le sucede al español en nuestros días es la introducción de barbarismos en el léxico de sus hablantes, procedentes, en su mayoría, del inglés que, a veces, se expresan en el lenguaje coloquial. Es como si algunos quisieran dar a entender lo cultos que son, o que dominan esa lengua. Tal tendencia es también frecuente en los medios informativos. Con esta actitud, se irrita a los puristas que no aceptan que una lengua tan rica como la nuestra y con un amplio léxico tenga que recurrir a infinidad de anglicismos, o barbarismos de otros idiomas.

Una cosa es aprender y hablar inglés, por necesidad y en el lugar oportuno y otra, utilizarlo sin ton ni son en nuestro lenguaje cotidiano. Tenemos una buena colección de palabras, como coaching, hobby, rally, derby, hot dog, link, living-room, sponsor, airbag, blog, boom, business, camping, play off, stress, performance, mouse, cash, iceberg, autostop, overbooking, time sharing, comic, footing, disc-jockey, ferry, motocross, party, show, self-service, stand, mister, set, weekend, low cost... y una larguísima lista, que se dice ya sin darse cuenta, en vez de usar vocablos de nuestro más florido castellano. Algunas han sido aceptadas por la Real Academia de la Lengua y están españolizadas ya, como parquin, de parking, o chequear, de check. Muchas de las palabras que entran en ese spanglish tienen que ver con el deporte, las nuevas tecnologías o las finanzas y la economía.

Estamos de acuerdo en que estudiar idiomas en un mundo globalizado facilita la comunicación y nos abre muchas puertas. Hace dos mil años se utilizaba el latín, la lengua del imperio, como idioma vehicular, de la misma forma que hoy se ha adoptado el inglés, impuesta por otros imperios modernos como el británico o el norteamericano. Supongo que pronto las nuevas generaciones deberán aprender chino, porque la gran potencia del Oriente está imparable. En España se ha extendido la idea de que si no sabes inglés no podrás triunfar en tus negocios y que estás poco menos que perdido. Tampoco es para tanto. Culturalmente hablando seríamos más ricos si nos habituásemos no solo a aprender inglés. Enriqueceríamos aún más nuestra cultura si aprendiésemos otros idiomas, como alemán, francés, ruso, italiano, portugués, etc. Podríamos acudir a las fuentes originales de sus obras literarias, filosóficas o de carácter científico, por ejemplo.

Cierto es que el idioma español se ha formado con la aportación y adaptación de vocablos de otros idiomas. Un 60 por ciento procede del latín, un 10 por ciento del gótico, del árabe, del griego, respectivamente, o son cultismos o palabras de orígenes históricos. Pero hay palabras aceptadas o adaptadas que vienen del inglés, francés, italiano, euskera, antiguo ibero, catalán, gallego, portugués, de lenguas amerindias, del bereber y hasta del tagalo de Filipinas. En Canarias tenemos algunas de origen portugués y del amazigh, por supuesto.

La tendencia a la imitación de los españoles a costumbres foráneas se observa en otros aspectos. Así, se ha colado en nuestras casas y en muchos saraos, el llamado Halloween, una tradición celta que los irlandeses introdujeron en Estados Unidos. Llenamos los hogares o fiestas exclusivas de telas de araña, calaveras, muertos vivientes y espantajos de lo más horrible y repugnante. No sé cómo nuestros niños no sufren después terribles pesadillas.

Pero la moda es la moda. Los grandes almacenes y demás mercaderes se encargan de que caigamos en su trampa. El truco se encuentra en nuestra sumisión consumista. Lo mismo ocurre con el Papá Noel que viene en trineo, que entra en las casas por la chimenea o por donde pueda, para dejar regalos a mayores y pequeñitos. ¡Con lo bonita que es la costumbre de los Reyes Magos! Aunque no se acaban los presentes... Ellos siguen viniendo con sus camellos, con lo incómodos que son, para dejarte detrás de la puerta unos juguetes, un ordenador, una moderna tablet o la llave de un coche nuevo. Así que, por mor de unas costumbres foráneas nos forramos de regalos de por vida.