El año 2014 está a punto de entrar con la perspectiva de convertirse en el inicio de la recuperación económica con el turismo como uno de los factores clave de esta reactivación. De hecho y pese a la crisis la actividad turística parece haber entrado en un ciclo expansivo ya desde 2011 y vive en la actualidad un "momento dulce" en España con la posibilidad de recuperar este año el tercer puesto del que la desplazó China en la clasificación de países más visitados del mundo. Dentro de España, el éxito turístico de Canarias es, si cabe, aún mayor. La Organización Mundial del Turismo (OMT) lo certificó en el I Foro Internacional de Maspalomas Costa Canaria celebrado esta semana en el sur de Gran Canaria: si Canarias fuera un país se situaría entre los 20 primeros destinos más potentes del mundo con sus 12 millones de turistas. Tres veces más que República Dominicana y otros tantos núcleos turísticos asiáticos.

Este éxito turístico no debe, sin embargo, confundirnos. Los cincuenta años de experiencia nos tienen que servir para aprender las lecciones que nos ha dejado la historia, entre ellas que el turismo es una actividad dinámica y cambiante, que requiere una adaptación continua a las nuevas exigencias del mercado. El profesor emérito de la University of Strathclyde Richard Butler, especialista en planificación turística y autor de la teoría sobre el ciclo de vida de los destinos, lo expresó aún más claro en el foro de la OMT: "No hay ningún lugar que vaya a ser siempre atractivo para el turista". Canarias está, precisamente, beneficiándose de la pérdida de competitividad de destinos tan consolidados como Egipto y otros competidores del norte de África, con lo que algunos denominan "turistas prestados". Fidelizarlos o no, así como a los otros clientes emergentes que están comenzando a llegar, es el gran reto al que nos enfrentamos, teniendo en cuenta que la pérdida de competitividad de un destino no depende solo de factores exógenos -la primavera árabe, por ejemplo- sino también de factores internos: la pervivencia de viejas inercias; la inacción ante el envejecimiento del producto o la toma de decisiones erróneas.

Canarias es un destino maduro con algunas de sus mejores zonas turísticas obsoletas. Y además arrastra una larga década de estancamiento en la inversión. El debate sobre la moratoria, sobre la ocupación de suelo para el turismo y sobre la renovación se ha ideologizado y politizado en exceso, restando claridad y profundidad al diagnóstico y a la planificación. La aprobación de la última Ley de Renovación y Modernización Turística de Canarias y las autorizaciones a Repsol para realizar sondeos petrolíferos en el subsuelo canario ha elevado el nivel de la confrontación hasta el punto de impedir cualquier consenso. El turismo no puede seguir siendo el terrero de lucha de un combate político y electoral que perjudica al conjunto de la sociedad canaria, precisamente en el momento en que esta, a consecuencia de la crisis, ha tomado por fin conciencia de la importancia de la actividad turística y de cómo la misma incide sobre el conjunto de los sectores económicos de cada una de las islas.

El consenso es, según todos los expertos y todas las experiencias turísticas, la única vía para garantizar que el difícil proceso de renovación de un destino llegue a buen puerto. "Hay pocos lugares que logren el proceso de renovación con éxito, y los que lo logran lo hacen gracias al consenso y la unidad. Pero otras veces, las respuestas que se dan son demasiado simples o demasiado voluntariosas. Seríamos ingenuos si creyéramos que es solo intencional", ha advertido Richard Butler en I Foro Internacional de Maspalomas Costa Canaria.

Nadie discute el potencial de Canarias como destino de futuro, en la que se piensa hasta para llevar a cabo viajes espaciales. Tampoco se discute la necesidad de renovación. La discrepancia está en cómo hacer esas renovaciones, que en muchas ocasiones se llevan a cabo pensando más en lo que quiere y le gusta al propietario que en lo que quiere y le gusta al cliente.

"Un declive no es siempre una crisis, sino una llamada de atención para corregir el rumbo", concluyó el profesor británico en su paso por las islas. Un rumbo que Canarias, que arrastra ya años de retraso en renovarse, no termina de corregir. Perdidos en el laberinto de las disputas sobre el alcance del intervencionismo público sobre la actividad privada, estamos dejando de lado el análisis de datos llamativos como el hecho de que el gasto turístico aumente pero disminuya el que se queda en destino, o el impulso de propuestas innovadores que nos reforzarían en el mercado internacional como la de ofertar paquetes combinados de viajes a las islas. Y ello por citar solo alguna de la amplia relación de cuestiones a impulsar para renovar no solo alojamientos e infraestructuras, sino un nuevo producto moderno, es decir innovador, diferente a lo que hemos ofrecido hasta ahora, de Canarias como destino turístico. Nos guste o no, el turismo está cambiando y va a cambiar también en Canarias.