En este momento existe en España, en los medios y en la opinión pública, una enorme polémica y una gran confusión alrededor del tema de la energía. Se habla de lo cara que está, de quienes son los culpables, del déficit tarifario, de la subasta energética, del sobrecoste de las energías renovables, etc.

Por ello es interesante efectuar algunas reflexiones que permitan a todos comprender mejor cuál es la realidad que se esconde bajo todos esos comentarios, no solo para entender la situación actual, sino especialmente para que la ciudadanía tenga argumentos que permitan (obliguen) a los políticos corregir los errores pasados y reencauzar este vital tema de la energía por cauces de sostenibilidad.

El primer punto al que me quiero referir es a cómo se distribuyen los costes de la energía que pagamos en nuestras casas o en nuestras empresas:

Estos se dividen en dos grupos: los costes de suministro -que supone el 44% de la factura de electricidad- y los costes de los peajes, que supone el 56% de la factura.

Los costes de suministro engloban a su vez los costes de generación (29%), es decir, la amortización de los equipos, mantenimiento, operación (combustibles, principalmente) y los costes de transporte (15%), que incluyen la amortización de líneas, mantenimiento, pérdidas...

Los peajes engloban el coste de las primas a las energías renovables (21%) , los impuestos (21%) y otros costes (14%), que incluyen el pago del déficit de generación, subvenciones de los sobrecostes extrapeninsulares, subvenciones al carbón, pago de la moratoria nuclear, gestión de residuos, etc.

El segundo punto es cómo se determina el precio de la energía para el consumidor final y aquí entran en juego dos variables: el precio determinado por la subasta en el mercado de futuros, es decir, el precio fijado para los tres meses siguientes a la subasta que comercializa Cesur y el coste horario del mercado mayorista (pool).

En la subasta intervienen múltiples participantes (JP Morgan, Morgan Stanley, Goldman Sach, etc., y también, en menor medida, las propias eléctricas Endesa, Iberdrola, etc.), los cuales "ofrecen un contrato de suministro" de energía eléctrica a lo largo de un trimestre a una comercializadora de último recurso, que puede ser una empresa independiente o una de las propias eléctricas, para su venta a los consumidores finales.

El mecanismo de adjudicación de energía eléctrica a los diferentes participantes en la subasta es de "reloj descendente", es decir, se comienza por un precio de partida y se va bajando, durante un tiempo limitado, hasta que ningún participante está dispuesto a ofrecer mas energía a ese precio.

Una vez adjudicada una cantidad de energía a cada participante, y al precio resultante, estos inversores negocian con las empresas productoras la compra de esa energía para cumplir con el contrato.

El pool es el que determina el coste horario de la energía eléctrica vertida a la red en cada momento y lo define el coste de generación mas elevado en ese momento.

Por ejemplo, si en un momento no hay viento es preciso arrancar turbinas de gas cuya producción es mucho más cara, pero que inevitablemente han de actuar. Por el contrario, si hay mucho viento estas máquinas no precisan arrancarse, y el coste de la energía baja.

El tercer punto es aclarar cual es el origen del déficit de las empresas de generación, señalando de antemano que los peajes no tienen nada que ver con los costes de generación y transporte, con lo cual las subvenciones a las energías renovables o a los costes extrapeninsulares no deberían afectar a las empresas de generación.

Sin embargo, sí se ven indirectamente afectadas por dos razones: un mayor coste de la energía induce un menor consumo y la preferencia de penetración en la red de las energías renovables hace que muchos grupos térmicos no entren en funcionamiento y, por tanto, no puedan ser amortizados por las empresas, pero tienen que "estar ahí", disponibles, listos para producir energía tan pronto fallen las renovables. Esto les produce un déficit entendible.

El cuarto punto de reflexión tiene que ver con los costes de las energías renovables. En este momento, la energía hidráulica y la energía eólica son mas competitivas en cuanto a costes de generación que ninguna otra (incluyendo la nuclear, si se considera la gestión y eliminación de los residuos y el de desmontaje de la central), pero no ocurre lo mismo con la energía solar fotovoltaica y la solar termoeléctrica actualmente instalada en España (en el mercado internacional copado por China la energía solar fotovoltaica ya es competitiva, o está a punto de serlo). Esto se debe a que España financió el desarrollo de la energía solar con fuertes costes de I+D, garantizando a las empresas que acometieron estos desarrollos unas altas subvenciones por un periodo de tiempo largo (costos que no ha tenido que asumir China).

El resultado es el pago de unas subvenciones comprometidas, pero que no habría que hacerlo para las nuevas instalaciones.

El quinto punto tiene que ver con lo acertada o no de la política energética nacional.

Cuando España es la única compradora del gas de Argelia se negocian precios muy bajos y España inicia una decidida política de gasificación, lo cual lanza a muchas empresas de generación a la instalación de centrales de gas de ciclo combinado. Pero poco tiempo después se inicia otra política agresiva de incrementar las energías renovables, dándoles además preferencia de entrada en la red.

El resultado, como no podía ser otro, es una colisión de intereses que hasta la fecha no ha podido resolverse.

En todo caso, también es cierto que las empresas de generación iniciaron una carrera hacia la implantación de este tipo de centrales a las que nadie obligó (hasta el punto que España tiene en este momento el doble de potencia instalada que la que necesita)

El sexto y último punto a considerar es que cuando se habla del coste de la energía debe verse en su totalidad, pues mientras que por una parte se genera un déficit por la no operatividad de ciertos grupos térmicos para las empresas de generación térmica, España se ahorra la importación de un combustible cada vez mas caro. En el año 2012 el ahorro de combustible supuso un total de 6.700 millones de euros, 620 millones más que lo que se pagó por las primas a las renovables.

Por otra parte, la existencia de las energías renovables abarata los costes de la misma en el pool.

En definitiva y como conclusión, España necesita un auténtico plan energético con vistas a un futuro nada halagüeño en cuanto a la disponibilidad y coste de las energías fósiles, en el que ningún actor necesario se vea perjudicado, y los innecesarios simplemente desaparezcan como tales. La energía es un bien tan vital y estratégico que su planificación no se puede dejar al albur de intereses especulativos y cortoplacistas. Por ello, el conocimiento en profundidad de todos sus entresijos (de lo que aquí solo se ha hecho un pequeño esbozo) es vital para que nuestra democracia dirija nuestro futuro energético.

(*) Catedrático de Ingeniería Mecánica de la ULPGC