Ya tenemos, amigos, la lista de equipos de baloncesto que vienen a jugar el Mundial en el pabellón de más de 60 millones de euros que vía Cabildo le hemos preparado a esta gente porque somos así de lolailos, que nos viene un pariente de Tonga en el océano Pacífico, y oiga, es que le montamos un asadero como si fuera una boda.

Hay que recordar que esta inversión tan sumamente gorda en pleno declive del imperio y superávit de pobreza se está realizando amparándose en el recurrido "atractivo turístico" del cochafisco, con equipos cuya mera presencia va a colapsar puertos, aeropuertos, puestos de jareas y estaciones de guaguas.

Pero hete tú que tras una tomadura de pelo, digo decisión a dedo tomada en la metrópolis, vendrán a jugar Corea del Sur, que en la del Norte se juega con otras pelotas en deportes más sangrientos; Lituania y Eslovenia, que es lo de Europa lo que más despoblado y lejos queda; Angola, donde dan días de fiesta para hacer giras; México, que no está ni siquiera al final de la línea 2 de Jardineras Guaguas; y, yepa, Australia, pero no Australia Navarro ella sola contra cinco, sino el país, un lugar tan, pero tan remoto que hasta los ratones brincan y que solo pudo ser explorado 1.770 años después de Cristo, échele usted picadura a la cachimba, lo que a efectos de importar gente para venir a vernos es como el que tiene carraspera y se hace un rasurado brasileño.

Con este porvenir hubiera bastado con media cancha de los salesianos y aún así tendríamos que hacer bulto con los mariachis afincados en la isla; el personal de la flota coreana del Puerto de Luz, si es que no están pescando en la marea; la citada Australia Navarro actuando de cónsul de Oceanía; los escasos 23 angoleños censados oficialmente en Gran Canaria; y encima pagarle la entrada a una asesora lituana que tiene el Cabildo, fíjese usted, para que este pabellón en el que caben 10.000 seres humanos no se confunda con la desolada superficie de Urano, un planeta de amoniaco y gas metano, por tanto no apto para el desarrollo de la vida tal como la conocemos, pero que gracias a eso se ahorra un montón de chifladuras.