Sabrán que ayer y antier estuvo por aquí la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, cuya presencia en Gran Canaria ha dejado una estela de satisfacción tal entre los indígenas que en el tagoror se está estudiando celebrar cada 5 de febrero como el Día Que Pasó La Ministra De Trabajo Por Aquí, o 5-F.

Paralelamente el Cabildo ha solicitado un informe a los técnicos para sondear la posibilidad de declarar aquellos lugares por los que levitó Bañez, incluso aquellos que solo miró de soslayo, que fueron muchos, como bienes de interés cultural en su modalidad sitio histórico. Si ello ya se está haciendo con Cristóbal Colón por llenar unas garrafas de agua sin gas en el Oasis de Maspalomas, se reflexiona en el seno del palacio insular, la viabilidad de esta última propuesta nos queda a huevo.

Al igual que Colón, Fátima II no quiso hacer declaraciones. En este aspecto, su predecesora, la Virgen de Fátima fue algo más cuchipanda con los pastorcillos portugueses Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto, a los que también visitó e incluso habló en 1917, informándoles distendida de la posibilidad de una guerra mundial, que la hubo, la conversión de Rusia en un antro soviético, y de los inminentes fallecimientos de Jacinta y Francisco, que estiraron la pata en menos de tres años. No eran noticias muy divertidas, especialmente para Paquito y Jacincita, pero son distintas formas de santificarse y debemos ser respetuosos con la actitud más amulada de la imagen de Báñez quién a pesar de no hacer declaraciones durante su aparición a los aborígenes, ni visitar al Mencey ni a la consejera de Trabajo, porque obviamente eso da mucho trabajo y tampoco se iba a arreglar nada, debe seguir intacta nuestra advocación por ella precisamente por esa callada entrega.

Tal es así que Fátima II vino a presenciar en silencio un simulacro de desastre náutico con españoles a punto de hundirse, cuando no hundidos del todo, con el agua al cuello, desahuciados, allí parados, desempleados y pidiendo auxilio por señas, una horripilante y dantesca visión en directo que como actual ministra de Trabajo supone una atroz autoflagelación que no tiene nombre.