Ciertos días de la semana mi periódico trae la columna de un conocido literato metido a comentarista político, y me tengo que desayunar con una diatriba, venga o no a cuento, contra la última iniciativa del gobierno. Como un hombre del tiempo que sólo anunciara borrascas e inundaciones, achacándoselas encima al gobierno de turno ("¡Piove, porco goberno!"), el ilustre colaborador arremete inexorablemente contra sus recurrentes y obsesivos molinos un día sí y otro también.

Pero hay ocasiones en que hasta un gobierno acierta, y veo entonces con regocijo los esfuerzos de este líder de opinión a "piñón fijo" destripando la noticia en pos de su 'perfil malo'.

Su actitud me recuerda infaliblemente el chiste de Jaimito cuando la 'seño' pide a sus alumnos que citen palabras empezando por una letra determinada. Después de haber inquirido sobre palabras con P y con C a los compañeros cercanos a Jaimito, que naturalmente han dejado pasar la magnífica oportunidad de colocar el rotundo taco que éste les susurra al oído, le llega el turno al expectante terrorista verbal de la clase. Todos conocemos el desenlace: al solicitar de Jaimito una palabra comenzando por la letra E, cunde en él el desconcierto, hasta dar finalmente con la solución: "¡Enanito, pero con unos cojones así de grandes!"

A mi cronista a la contra le sugeriría una fórmula en el mismo sentido que, aunque manida, suele quedar bien: " Parece que el gobierno por fin actúa como debe. Lástima que, como de costumbre, lo haga tarde y mal".