Sin llevarnos a engaño, la relación cultural Canarias-África ha sido ciertamente endeble. Desde el punto de vista económico parece que siempre se está poniendo la primera piedra desde los lejanos tiempos de la Feria Española del Atlántico, como puente de soporte empresarial, aunque la actual crisis está invirtiendo el rumbo. Casa África, como plataforma de múltiples iniciativas, vive las debilidades de su inicial andadura, mermando las expectativas, incluso con falta de recursos para su desarrollo. Sólo de tarde en tarde surgen proyectos que no pasan de ser flor de un día. Si en lo económico ha habido estos altibajos, en lo cultural no andamos muy alejados. Por eso, es notorio que el artista Teo Mesa haya reaparecido en la escena plástica con la exposición África África en el Club La Provincia, y nos haga reflexionar, aunque sea en el plano simbólico, sobre la cultura africana. Esta serie está representada por cuadros de distinto formato, varias máscaras en hueco relieve sobre madera y unas pocas fotografías digitalizadas que han llevado al artista multidisciplinar a ensayar nuevas técnicas. Teo Mesa ha usado la máscara como justificación temática para indagar en su evolución plástica, superando el geometrismo de su paleta. Ello es perceptible en el tratamiento de la figura humana, ciertamente desdibujada en una abstracción, ya sea en cuerpo alzado ya sea solo en rostros.. No ha partido el artista de una vivencia experiencial en el ámbito africano como podría haber sido un viaje etnográfico que siempre impregna el sentimiento y la retina, y deja huella en la cosmovisión de cualquier creador. Teo Mesa, en su reflexión plástica, se ha basado en una serie de máscaras adquiridas en tenderetes callejeros de las islas, y que desde hace seis años le proponían silenciosas sugerencias desde los anaqueles de su estudio. Son rostros humanos que dibuja y desdibuja en un constante quehacer de pictórica reflexión. La máscara en todas las culturas tiene un valor ritual, polisémico, vinculado a dimensiones sagradas, espirituales, lúdicas, religiosas, o de protección ante la naturaleza. Sin embargo, nuestro artista no entra en estas cualidades antropológicas, sino que el resultado es meramente plástico, con una exaltación del colorido. Esta serie es un homenaje al primitivismo étnico incorporado al arte contemporáneo hace más de un siglo, cuando las vanguardias empiezan a romper moldes tanto en las vertientes temáticas como formales.