Tengo una ventaja sobre ti para averiguar si creí en el amor, este artículo. Lo omito en años de desgana, porque he suprimido las obsesiones de la dieta. Sin embargo, el ripioso San Valentín derrota periódicamente al Buda de "ningún objeto merece ser deseado", y me tiende una celada por sorpresa.

Si quisiera lectores, escribiría sobre la Infanta ignorante, que viene al caso porque condenó a su marido por amor. La peripecia de la hija del Rey obliga a solicitar la imputación del santo que hoy veneramos. Los inventores de palabras rimaron deliberadamente sentimientos con arrepentimientos, y nos ceñiremos a ellos aunque nos cueste reducir la influencia.

El amor es una intuición que no se crea ni se destruye, únicamente nos transforma. Pecado y pecador, hay que educarse para vivir sin él, a fin de que su llegada nos arrebate con más fuerza.

La tortura de las parejas forzadas se compensa con las personas guiadas por la sonrisa que sólo han soñado. El amor es la realidad, el resto es literatura. Creemos ocasionalmente en este tesoro porque nadie lo ha descubierto, su dibujo representa una espiral abierta frente a quienes aguardaban un círculo cerrado.

Hemos incurrido en el error que denunciábamos, revestir el amor de consideraciones poéticas de pésima gradación. En medio de la confusión reinante, sigue habiendo una sola regla práctica para determinar si una persona se ha enamorado de otra.

En tal condición, está dispuesta a partir mañana mismo a Nueva Zelanda con ella, sin necesidad de garantías ni despedidas. El resto son convenciones burguesas, placenteras y azucaradas.

El hastío definitivo, en fin, también se mide por la urgencia de partir a tierras neozelandesas, ahora para alejarse de la pareja. Este viernes 14 de febrero se inundará de amores colmados o fingidos, fáciles de encontrar en ambos casos.

Permíteme que dedique este artículo a un colectivo olvidado, el de quienes no podrán felicitar hoy a la persona amada, por tantos motivos.

(Me adelanto a tu reacción, también yo he releído este párrafo y no sé si reírme o emocionarme. Lo dejaremos así).