La palabra en cuestión tiene diversas acepciones como: artefacto, artificio, instrumento, artilugio y no se cuántas más, incluso en diferentes contextos tales como de sorpresa: "menudo aparato", en aviación: "el aparato está entrando en pista" en las ondas: "el último modelo de aparato de radio" y qué decir en medicina: "el aparato digestivo o circulatorio". Pero sobre todas las anteriores hoy por hoy se impone el aparato del partido. Este sí que es una buena tranca. Los afiliados, las bases, a veces se quejan de que son una mera comparsa, y no dejan de tener razón. Para "cortar el bacalao" tienes que estar en " la pomada" o sea en el aparato que decide la estrategia y donde se toman las decisiones de quién sí y quién no va en tal o cual lista. Desde tiempos inmemoriales, el poder ha sido el objeto de deseo del ser humano. Bien sea económico, político o de cualquier otra naturaleza; los problemas del mundo siempre han estado dirigidos por este objetivo. Sin embargo, la lucha para alzarse con el dominio no siempre ha sido entre contrarios, sino que ha estado muy ligada a personas que pertenecían al mismo equipo. En la actualidad, este pulso lo ostentan los distintos núcleos de los partidos políticos, que, a pesar de tener ideas muy parecidas, siempre cuentan con corrientes diferenciadas como por ejemplo "los clanes", aunque un clan al más puro estilo escocés requiere un cierto grado de parentesco, en los partidos políticos se aglutinan por familias de intereses donde un puñado de personas son las que manejan el cotarro. Dentro de los clanes están los "barones o notables" que son siempre los que se encargan de recordarle al líder la máxima medieval de: "nos que somos tanto como vos e que juntos valemos más que vos, os facemos rey".

En cualquiera de los casos si no perteneces al aparato del partido no sólo no eres nadie sino que no te comes un rosco estando relegado a ser palmero de la comparsa de los líderes de turno. La mejor manera de hacer carrera actualmente en cualquier partido es transmitir a los demás la impresión de que ayudarte sería para ellos de gran provecho, pero, ¡ojo! porque el número de malhechores, sean de donde sean, no autorizan y menos justifican el robo o el crimen.