Esta mañana me desperté con un inmenso miedo. Mi padre, al leer el artículo que se publicó en este periódico, entró en pánico. Me dijo: "Hija, con lo que denuncias te pueden meter presa". Así que tengo miedo, tengo miedo de expresarme, de contar lo que veo, de describir lo que vivimos en Venezuela pero más miedo me da salir a la calle a comprar pan y no regresar porque me maten para quitarme el coche o el móvil... más miedo me da salir a una manifestación exigiendo justicia, libertad, paz, seguridad, alimentos, medicinas y unos vándalos adeptos al gobierno o las mismas fuerzas de seguridad me golpeen, violen, torturen, apresen o me maten como vienen haciendo en los 13 días que llevamos de protesta... me da miedo salir a la calle con mi hija, me da miedo dejarla en casa... me da miedo tener que llevarla a un hospital donde ya no hay ni cloro para desinfectar el suelo, me da miedo enfermarme e ir a la farmacia y no encontrar medicinas... me da miedo llamar a mis familiares y escuchar de fondo las detonaciones de las armas de fuego de los que reprimen a los manifestantes o de los que van sembrando el pánico para que no salgamos de casa a exigir nuestros derechos... me da miedo escuchar a un amigo contarme cómo un guardia nacional lo llamó para pedirle 8.000 dólares para devolverle a su hijo que junto a otro grupo de estudiantes de Caracas fueron encarcelados y no puede denunciarlo porque saben dónde estudia y vive el jovenzuelo... me da miedo no poder llamar a la policía si tengo un problema porque ellos mismos nos roban y secuestran... pero a lo que definitivamente le tengo terror es que paren las protestas, la presión de la calle, que algunos insensatos atiendan el llamado malintencionado que hace el gobierno invitando a celebrar el carnaval y esta lucha esperanzadora, que nos muestra un camino hacia la libertad, quede diluida y permita atornillar esta dictadura por muchos años más... eso sería sin duda lo más aterrador.