Vamos a contarlo. Hay una conspiración contra Inés Rojas. No se trata de una simple reprobación parlamentaria del PP. La cosa es mucho más grave. Pendientes de que nos responda Assange desde la embajada ecuatoriana en Londres para saber si la CIA forma parte de la trama que ataca a Rojas (por su apellido es lógico que sea sospechosa para la inteligencia norteamericana), vamos a enumerar aquí los agentes que están implicados en el intento de quitarle la poltrona a este prodigio de la política de Lanzarote.

Empecemos por Madrid, que siempre nos persigue. El Tribunal de Cuentas considera "especialmente llamativo" que el 52% de las personas que tienen reconocido en Canarias el derecho a una prestación por Dependencia no hayan empezado a cobrarla. También desde Madrid conspira la Defensora del Pueblo. La institución que dirige Soledad Becerril llevó ante la Fiscalía a la consejería de Políticas Sociales por no responder a los sucesivos requerimientos de información que le hacen ante las quejas de ciudadanos canarios, sobre todo en la aplicación de la conocida como Ley de Dependencia.

Como no hay dos sin tres, también desde fuera de Canarias la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales pidió la dimisión de Inés Rojas porque durante su mandato ha situado a Canarias en el penúltimo lugar de la cola (solo superada en el fracaso por Valencia) en Servicios Sociales. La misma asociación en su X Dictamen sobre Ley de Dependencia, vuelve a situar a esta comunidad en el "limbo dependencia" donde hay más cantidad de personas en situación de Dependencia sin atender. Inés Rojas suele responder que tenemos nuestro propio sistema de Dependencia porque aquí los cabildos gestionan residencias de mayores. Pero en Euskadi, que no aparece en ese limbo, son las diputaciones las que gestionan las residencias. A estos datos habría que añadir los informes del Consejo Económico y Social de Canarias y el informe del Diputado del Común (con más de un centenar de quejas de los ciudadanos en el último año). Todos cuestionan la gestión de la consejera Inés Rojas. No diré que "el trapicheo que hacen Paulino Rivero y la consejera de Bienestar Social, Inés Rojas, con el dinero que le da el Gobierno estatal para la Ley de Dependencia está castigando y haciendo sufrir aún más a 19.293 canarios dependientes y a sus familias", no me atrevo a firmar esta frase que escribieron en una nota de prensa José Miguel Pérez y Francisca Luengo el pasado 15 de febrero de 2010. En aquellos días de feliz oposición psocialista los actuales compañeros de pupitre de Rojas nombraban los informes del Observatorio de la Dependencia como pruebas para realizar sus duras acusaciones.

Paulino Rivero no mueve de la silla de su gabinete a Rojas porque necesita su apoyo dentro de la dividida CC de Lanzarote. Podría decirse que Rivero y Rojas, erre que erre, se necesitan mutuamente. Nuestro Mencey vive una situación de dependencia respeto a Rojas y la consejera, en este caso, sí atiende con devoción al dependiente Paulino sin hacerlo pasar por ninguna lista de espera. Tanta devoción le pone que hace unos días Rojas dijo en la tribuna del Parlamento que su destino depende de Rivero y de dios. Por supuesto que el Mencey es dios, porque mantener a Rojas al frente de las Políticas Sociales parece más obra de un milagro divino que una decisión de un gobernante con un mínimo de vergüenza.