Entretenida y muy ilustrativa mañana la de ayer organizada por el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC), cuyos componentes llegaron, con la muy básica estrategia de hacer algo de sopita y pon y armados de Burbujitas, a pocos metros del patrullero de altura Rayo, sofisticado navío de la mar océana que dispone de un cañón de 76,2 mm; dos cañones automáticos de 25 mm y otras tantas ametralladoras, además de ancla, pero que evidentemente no cuenta con sistemas contra gente en flotador.

Trece personas fueron suficientes para montar un pequeño Pearl Harbor de aceite y vinagre a toda una base naval de la OTAN quizá, solo quizá, por el hecho de estar donde no debe. Y es que, hermanos en Neptuno, no tiene mucha inteligencia militar poner unas instalaciones de este formato justo al final de Mesa y López.

Una, porque allí entra todo quisque que se lo proponga con unas gafas y un tubo, tal como se pudo comprobar en vivo y en directo, y la otra porque no hay que ser el general Patton para dilucidar que si un país medianamente hostil se calienta y pretende jugar a los barquitos con los buques patrios, se nos va medio pueblo a pique con ellos.

Cuando en 1941 se expropió al puerto de La Luz para montar este tinglado puede que las batallas fueran con tiraderas, que tampoco era exactamente así porque fue ese el año en el que los japoneses lograron hundir la intocable flota americana en Pearl Harbor, pero tal como se han ido engordando desde entonces los voladores balísticos un pepinazo en este tronco geográfico de la oreja capitalina deja una barranquera entre Alcaravaneras y Las Canteras.

Y se supone que todo este gasto en buques y cañones es para todo lo contrario, defendernos de un hipotético potaje y no para colocar a la población de la mayor ciudad del Archipiélago en el centro de la diana. Todo ello si es que de verdad hemos de visualizar el papel militar de esta base en concreto que, con el tiempo, ha ido cogiendo un punto más de amarradero de luxe que de instalación fortificada. De hecho el doctor Maligno, ayer, se pasó el día acariciando el gato.