Sabrán que ayer la costa del sur grancanario quedó bendecida con una entrega de alquitrán, fuel, piche u hidrocarburo. Una oportunidad única, una demo, para comprobar los beneficios de este tipo de acontecimientos que, sin embargo e inexplicablemente, no fue inaugurada por ningún ministro.

Es un punto frustrante que tanto hablar de nuestro brillante futuro petrolero y que cuando por fin lo jallamos sin necesidad de prospecciones ni machangadas se nos escape -glub, he dicho escape y no tengo goma- el disfrutar desde las más altas instancias de esta novelería tan importante.

Porque, hermanos en Tinguaro, visto lo de ayer, el petróleo nos desea. Él viene a nuestro encuentro por Semana Santa. Él quiere vacacionar y compartir con nosotros, queridos indígenas, así como con nuestros visitantes sus sulfúricas cualidades, flotar entre nuestros flotadores, y no debe haber ningún espanto.

Es por ello, para hacer pedagogía petrolera y formar verbena sobre esta gracia del Señor, que se echó de menos al ministro de Telde, que además lo es de Industria y Turismo, o de petróleo y sombrilla y en esto confluyen milagrosamente sus dos áreas de gobierno en una misma playa, con un discurso de bienvenida:

(El ministro llega embetunado desde el horizonte sobre chinchorro a pedales propulsado por Australia Navarro. Fondea a media agua en San Agustín, y como San Agustín, propiamente dicho).

Mira que se los vengo diciendo, canarios majaderos. Como pueden observar aquí no solo hay mucho petróleo, tanto que chinga él solo, sino que es muy bueno. No existe país en el mundo en el que por el simple hecho de anunciar que vamos a ir a buscarlo, él viene. ¿Habrá petróleo más bueno que éste?

¿Qué le decimos al niño pequeño cuando, alarmados porque se nos va a meter en una carretera de camiones, le pedimos que venga y él viene? Decimos: pero qué bueno es este niñito. Aquí es lo mismo.

Por esto animo a todos a bajarse de sus hamacas, dejarse de foses, coger una raspadera y adoptar cada uno en casa su propio baldito de petróleo. Cuídenlo. Ahora les parecerá algo chuchurrío e indefenso. Pero no descarten que vengan muchos más hermanitos, y cada vez más gordos y peludos.