Dentro de unos días se cumplen 30 años de un campamento de verano en la Reserva Natural de Inagua que marcó la vida de 40 jóvenes del colegio Martín Cobos (hoy CEIP de Firgas). Fue un encuentro con la naturaleza que dejó huella en aquellos chiquillos que cuando iniciaron el siguiente curso decidieron realizar nuevas actividades para recordar su estancia en Inagua. Se dieron cuenta de la importancia de la naturaleza y de la necesidad de preservarla.

Fue imprescindible el papel de los profesores Juan Rafael Rosales Santana y Juan Francisco Santana Domínguez. Estos maestros eran unos "bichos raros" en su centro escolar. Sus propuestas para dar clases fuera de las aulas, para organizar encuentros en la naturaleza, para promover debates sobre la libertad, la educación en valores? eran vistas como un peligro para los alumnos por parte de la dirección del colegio, de ideología cercana al régimen de Franco. Por eso el director y su equipo no dudaron en mandar a inspectores al centro, para intentar controlar a aquellos docentes raritos.

Pero ya era el año 1984 y los tiempos de silencio que retrató Martín Santos se quedaban en el pasado, los profesores preferían más "un día habrá una isla que no sea silencio amordazado" de Pedro García Cabrera. Aquellos docentes inquietos se vieron arropados por sus alumnos, y se programaron viajes a La Palma, a La Gomera y a otras zonas de Gran Canaria. El grupo se reunía en la antigua casa de los maestros en el barranco de las Madres. Alrededor de la casa se reproducían unas hermosas flores lilas. ¿Cómo se llaman?, preguntaron los chiquillos. Primer trabajo de investigación de campo. Eran vincas. Así nació La Vinca.

El grupo ecologista La Vinca celebró en Firgas este fin de semana sus 30 años de vida. Se trata de uno de los primeros colectivos mediombientales de las Islas, que contribuyó a la fundación de la federación ecologista Ben Magec. En la fiesta de este sábado se reconocieron a los 10 socios más antiguos, entre ellos Mario Marrero, motor y corazón de La Vinca durante los últimos años. Miles de personas han participado en las caminatas, charlas, mesas redondas, repoblaciones y jornadas organizadas por La Vinca. Han sido tres décadas de trabajo colectivo a favor del medioambiente, con la publicación de una revista divulgativa del mismo nombre.

Cuando hay que sacar una pancarta la sacan, la teoría se mezcla con la práctica de realizar una reforestación, organizar un seminario, promover una acción reivindicativa. Gracias a colectivos como La Vinca, Canarias sigue teniendo hoy una buena parte de su territorio protegido. Por eso hay que felicitarlos por estos 30 años de compromiso. Los profesores que promovieron el colectivo hablaron el sábado de lo importante que es la educación en valores, una educación que tiene que estar presente en las casas, en los colegios, en las calles, en los medios de comunicación. Lo hicieron en unos tiempos difíciles, los perseguían desde el mismo sistema, a veces llegaban a casa agotados después de un día de trabajo en la escuela y en las caminatas, y se preguntaban si valía la pena tener que aguantar a los inspectores o al director del colegio.

Pero valió la pena. En Canarias hay otros muchos colectivos que llevan años haciendo un trabajo como el que hacen en La Vinca. Gente de varias generaciones que los fines de semana recorren los caminos de las Islas y disfrutan de la naturaleza. No aparecen en las portadas de los periódicos ni protagonizan la apertura de los informativos de la radio o la televisión. Será que estas invasiones pacíficas, didácticas y amorosas de nuestros campos que nos acercan a la primera división de los pueblos desarrollados no interesan a nadie. Así nos va.