La Provincia - Diario de Las Palmas

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Tropezones

Greguerías V

Tengo un amigo que al cruzarse con una mujer guapa aspira profundamente, para hacerse con el aroma de la fémina. Pero es la misma persona que al sentarse a la mesa no soporta que le contaminen la experiencia gastronómica con cualquier efluvio de perfume, aunque emane de la mujer más atractiva del mundo.

El modisto Pertegaz conminaba a sus empleados a evitar por todos los medios cualquier error. Pero añadía, que si a pesar de todo debían cometer alguno, "¡que fuera nuevo!"

A esas personas que en vez de hablar con su abogado, o con su banco, presumen de consultar con "sus abogados" o sus "banqueros" les aconsejaría que se lo hicieran mirar... naturalmente por su "equipo médico habitual".

El otro día me topé con un atípico ejemplo de lo que se conoce por "ceguera de la velocidad". Un amigo canario, conduciendo por Inglaterra, y guiándose por el velocímetro de su automóvil, aseguraba ser muy respetuoso con los límites de velocidad, al no rebasar los 100 por hora. No se daba cuenta que al ser el guarismo en millas circulaba alegremente a casi 160 km por hora.

Me gusta la gente que no se presta a ambigüedades y que te aclara "es autóctono de aquí" o bien "es un tipo meridional del sur". O que exclama con admiración "¡realmente la vía láctea es la leche!".

En los años 30 se podía uno llamar Nicasio, y en los 60 Soraya. Después vinieron los Jonathan y Vanessa, y hoy día nos llamamos Yeray o Ruiman. Pero a la vuelta de unos pocos años, ¿seremos todos Mohamed?

Cuando oigo a un político decir que "baraja una hipótesis", me da la impresión que su baraja (por fuerza de una sola carta) debe estar algo trucada.

Era un urólogo tan caro que se había ganado el calificativo de "eurólogo".

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