La crisis está muerta como la tacha del ataúd de Jacob Marley. Desde el principio quedó claro en el Cuento de Navidad de Dickens que el socio del avaro Scrooge había muerto, que así lo certificaron el cura, el funcionario y el propietario de la funeraria. Ah, y el viejo Scrooge, cuya firma tenía "reconocida solvencia en el mundo mercantil". Porque en el país donde nació el capitalismo la firma de los propietarios tenía un valor inmenso. Dos siglos después el capitalismo se transmutó en economía de casino, hoy los propietarios son menos y acumulan más, la habitación donde Scrooge escondía el producto de su codicia sería hoy cualquier paraíso fiscal y los propietarios ya no son como el viejo Scrooge que se negaba a dar limosnas mientras exclamaba: "¿Feliz Navidad? ¿qué derecho tienes a ser feliz si eres pobre de sobra?".

Hoy los propietarios se apuntan a patrocinar las campañas del Banco de Alimentos porque hasta por maquillar tu imagen tienes una deducción si te da por declarar a Hacienda. Pero aunque los propietarios son menos y tienen más que en aquel capitalismo naciente que describió Dickens, ya no tienen esa credibilidad que servía para certificar, por ejemplo, la muerte de Jacob Marley antes de la aparición de los fantasmas en la Canción de Navidad de Dickens. Por eso hoy cuando vemos que Agustín Manrique de Lara, disciplinado militante del PP y, en sus ratos libres, presidente de la patronal de Las Palmas, anuncia que la crisis ha terminado y que "hay quienes prefieren seguir recreándose en la crisis y seguir negándose a reconocer que ya finalizó la crisis" debemos saber que estamos ante otro Cuento de Navidad.

Pero en este cuento que nos relata Manrique de Lara también hay fantasmas como en el de Dickens. Y deben ser fantasmas los 300.000 desempleados en la comunidad autónoma que bate el récord de turistas, o el 18% de trabajadores que, según Cáritas, por sus miserables salarios hay que considerarlos bajo el umbral de la pobreza. Deben ser fantasmas los que este 2014 no cobraron la PCI porque el Gobierno canario fue rácano en los presupuestos sociales a pesar de su propaganda o los desempleados que no tuvieron cursos de formación porque el Gobierno que tanto piropea el presidente de la patronal canaria redujo a cero el presupuesto del Plan Integral de Empleo.

Habrá gente que esté de acuerdo con Manrique de Lara. Por ejemplo la mayoría de los que almorzaron invitados por la subvencionada patronal y aplaudieron el discurso del final de la crisis. También acabaron las penurias (si alguna vez las han pasado) para los que acudieron a ese almuerzo tras viajar a costa del erario público y cobrar la dieta con cargo al Parlamento canario. Seguramente también acabó la crisis para el grupo de gobierno del cabildo grancanario que regaló cestas de navidad a decenas de representantes de medios de comunicación y de chiringuitos varios (que en algunos casos tienen menos seguidores que locutores). Dicen que en la misma isla en la ocurren estas cosas el presidente de la Casa de Galicia declaró que no va a poder recaudar alimentos para tanto pobre. Pero no hagan caso, Ricardo Villares no existe, ni la Casa de Galicia, ni los pobres a los que no podrá atender. Son todos fantasmas del Cuento de Navidad de Manrique de Lara. En A Christmas Carol Charles Dickens usa los fantasmas para transformar al avaro Scrooge, que toma conciencia de las injusticias de la Inglaterra victoriana. En el Cuento de Navidad de Manrique de Lara los ministros y el jefe de la patronal matan a la crisis y convierten en fantasmas invisibles a sus víctimas para que no estropeen la fiesta de los avaros.

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