Además de los smartphones, las nintendos, las tabletas, los televisores de plasma y el resto de cacharros cuyos nombres no entienden los abuelos, los Reyes Magos siguen teniendo su puntito de tradición y en casa dejaron a mi hija un juguete que se llama ¡No lo digas! Se trata de un juego de mesa en el que tras formarse los equipos debe adivinarse una palabra. Coges una carta y te toca, por ejemplo, explicar a tu equipo la palabra "pájaro" pero no puedes usar: pluma, alas, volar ni piar. A veces las palabras tabúes se han quedado desfasadas y son fáciles, porque si tienes que adivinar "tarjeta" no puedes decir: sobre, papel, cumpleaños o navidad. Sin embargo, puedes nombrar cajero automático o dinero. En la carta de "regalo" te dice que no vale nombrar: cumple, navidad, premio o envolver. Sin embargo puedes usar dádiva, Jaguar en el garaje o cohecho.

Me imagino a Marianito jugando a ¡No lo digas! en el palacio de la Moncloa. Le toca explicar la palabra "economía" y no puede decir "crecimiento", "recuperación", "despegue" o "sacrificio". Lo tendría complicado el chiquillo gallego. Su equipo formado por los coleguitas Guinditos, Pepito Manuel o Sorayita tendrían poco margen para ayudarlo. Supongo que Guinditos le diría "prima de riesgo", o "déficit", o la "herencia ZP". Y Pepito Manolo intentaría ayudarlo recurriendo a su amado "déficit tarifario". Los papis de Marianito se dieron cuenta de que sus amigos lo limitan más todavía, por eso decidieron sacarlo a la calle. Y nuestro personajito se fue a cualquier barrio del país real cuyos papás no van en coches oficiales ni tienen niñeras que los vistan (cuentan que Ana Matos dijo en una entrevista que el momento más especial del día era "cuando veo cómo visten a mis hijos"). A esos niños normalitos les tocó explicarle la palabra "economía" a Marianito, cogieron la tarjeta con las expresiones tabúes que habían escrito en Moncloa y lo tuvieron muy fácil porque "prima", "recuperación" o "despegue" les resultaban inútiles. En la calle al hablar de economía sí es imprescindible la palabra "sacrificio", o la expresión "fin de mes", o "hipoteca", o "comida". Otros niños más granditos cuando escuchan que la solución era "economía", le preguntaron a Marianito por qué no había dado pistas más claras como: "pobreza", "desigualdad", "dependencia", "desnutrición" o "desempleo", porque son esas las palabras que ellos asocian a su economía familiar. Marianito no supo qué responderles, por eso recogió las cartas y se marchó corriendo a su palacio de la Moncloa con la sensación de haberse reunido con unos extraterrestres.

Paulinito abrió el juego en su búnker de Presidencia y le tocó explicar a su equipo la palabra "petróleo", pero no podía decir: "consulta", "colonia", "imposición" o "dignidad". Josito Miguel intentó ayudarlo y le propuso que dijera "Soria", pero Javi le advirtió que no se pueden usar nombres propios. Entonces Paulinito decidió definir petróleo como "algo que nos da protagonismo y aunque lleva más de cien años enterrado en lo más profundo sirve para que no se hable de lo mal que gestionamos"; Inesita pensó en "Chil y Naranjo", aunque esta vez prefirió guardar un prudente silencio.

A Angelita Merkel los Reyes Magos también le echaron el juego ¡No lo digas!, y le tocó definir la palabra "democracia". La niña alemana se puso a jugar con sus amiguitos de la Troika. Sus coleguitas adivinaron enseguida la respuesta porque Angelita pudo emplear las palabras: banqueros, déficit y recortes. En las calles de Grecia o en las asambleas del 15M la pequeña Merkel hubiera perdido todas las partidas porque sin las palabras tabúes (elecciones, participación, derechos, pueblo y justicia) para la gente de la calle era imposible definir la democracia. Angelita se hubiera marchado corriendo con la misma pregunta que se hizo Marianito cuando perdió la partida al jugar con los niños del país real: ¿de qué planeta serán estos extraterrestres que hablan un idioma tan raro? Del planeta Democracia, les diría yo. ¡No lo digas!

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