La Provincia - Diario de Las Palmas

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El análisis

Pitos a la libertad

No suelo escribir sobre mis experiencias personales. Cuando regresaba en el AVE, a mi casa en Madrid, después de cumplir con mi docencia en Barcelona, consultaba las noticias. Me topé con una información inicialmente intrascendente. Lamentablemente intrascendente. Los pitidos al himno nacional y al Rey. El incidente se produjo durante la final de la copa del Rey de baloncesto celebrada en Las Palmas. No suelo reparar en la información deportiva (salvo que se trate de la Unión Deportiva). Me interesó por dos motivos. Uno, sucedía en Canarias. El segundo, porque, desde la final de la copa del Rey de fútbol entre el Real Madrid y el Deportivo de La Coruña del año 2002, estoy muy sensibilizado. Fui acompañado por mis dos hijos. Eran muy pequeños. Gabriel tenía 8 años y Andrés 6. Cuando se oyó el himno nacional, inmediatamente después de la entrada del Rey, los aficionados gallegos prorrumpieron en silbidos. Mis hijos, acostumbrados a lo que habían visto en Estados Unidos, no entendían nada. Estaban muy asombrados. Y tristes. Muy tristes. Aún hoy lo recuerdan y lo recordamos. No entendíamos nada. Porque no hay nada que entender. Es otra muestra más de la intolerancia del nacionalismo. De las muchas que he podido comprobar en mis doce años como catedrático en Barcelona. Esta intolerancia forma parte del paisaje. Se ha convertido en costumbre política, social y cultural. Incluso en moda. En pose. Estoy convencido de que muchos de aquellos gallegos y ahora los aficionados del Barcelona que pitaron, desconocen el significado último de su conducta. Saben qué es lo que hacen, por qué y para qué lo hacen. Claro que saben quién es la persona del Rey de España y cuál es la partitura del himno nacional. Pero ignoran qué es el Rey y qué es la nación en el contexto institucional del Estado democrático de Derecho. Lo desconocen completamente. Soy testigo de la sorpresa que causa entre mis alumnos la mera lectura del artículo 1.1 de la Constitución. El que dice que España se constituye en Estado. España es un prius que alumbra al Estado. Es su obra. Su fruto. Porque España es una realidad histórica, constituida por los españoles. Los que integran y comprenden el pueblo español. El titular de la soberanía. Del que emanan todos los poderes. Del que emana el Estado que han constituido como democrático de Derecho. Lo han hecho por una razón esencial. La garantía de los derechos y de las libertades. Los que hacen que la persona sea persona. Sea humano. El rasgo esencial de la humanidad. O eres libre o no eres persona. La humanidad se garantiza por el pueblo mismo. El que constituye al Estado. La democracia, como rasgo sobresaliente del Estado constituido, junto con el gobierno de la Ley (Estado de derecho), son medios, instrumentos, respecto de lo único que da sentido al Estado. La garantía de los derechos y de las libertades fundamentales. Por esta razón, es tan tiránica la minoría como la mayoría, si atropella a los derechos individuales. Se estaría corrompiendo la lógica, la razón profunda que alumbró la constitución del Estado. La garantía de los derechos individuales. Ésta es la vocación. El deseo. El objetivo de España. Del pueblo español. El de los ciudadanos. El de las libertades. Constituir un Estado democrático de Derecho en el que las libertades individuales estén plenamente garantizadas, incluso, frente a la tiranía de la mayoría. Es ilustrativo que la Constitución reserva a la Ley, al cauce de exteriorización de la voluntad del Parlamento, de los representantes del pueblo, del titular de la soberanía, la regulación de los derechos fundamentales. Pero tiene un límite. La soberanía del Parlamento tiene un límite. El contenido esencial de esos derechos que no puede ser afectado por ninguna Ley. El Parlamento, la mayoría, los representantes del pueblo, el soberano tiene un límite infranqueable: los derechos fundamentales. Esto es fruto de España, de la nación, del pueblo español, de los ciudadanos españoles. Que los nacionalistas piten, insulten los símbolos de esa España, de esa nación, de ese pueblo,... Es lógico y coherente. Son su antípoda. Los nacionalistas se encarnan en la Famiglia Pujol. Su comparecencia ante el Parlament de Cataluña lo representa a la perfección. Ésa es la "república" que quieren constituir. La de la impunidad. Desde el caso Banco Catalana del año 1984 que finalizó sin ningún tipo de responsabilidad. Cuando Pujol afirmaba, desde el balcón del Palau de la Generalitat, el 31 de mayo de 1984 sobre la querella presentada contra él: "Hemos de ser capaces de hacer entender (?) que con Cataluña no se juega y que no vale el juego sucio. Sí, somos una nación, somos un pueblo, y con un pueblo no se juega. En adelante, de ética y moral hablaremos nosotros". Conforme a "su" ética y moral han alimentando casos y casos. Como los de la ITV, Turismo, Pallerols, Pretoria. Es la "república" en la que los empresarios condenados a penas de más de dos años, por corromper de manera continuada a los inspectores de Hacienda, sólo cumplen un mes de cárcel, porque la Generalitat, la única Comunidad Autónoma que tiene la competencia transferida, les concede el tercer grado. El caso Palau de la Música, en el que está envuelta la élite política catalana, cuya instrucción judicial comenzó en el año 2009, antes el caso Nóos, y que no ha finalizado todavía y, del que se desconoce cuándo va a terminar. Ha pasado por las manos de 6 jueces de instrucción. La "república" de la impunidad. Lo opuesto de lo que representa España, el pueblo español, la nación española, los ciudadanos. Es lógico que les piten. Es lógico. Representa todo lo que no quieren. Lo que el nacionalismo rechaza. Los presentes en el pabellón Gran Canaria Arena, en un gesto muy emotivo, se pusieron en pie y estallaron en aplausos. Como titulaba un medio, "la afición canaria salva al rey de su primera pitada". Otro, "Gran Canaria silencia los pitos al Rey". Fue conmovedor. Así lo ha recogido la prensa. Se ha alabado el gesto. Me imagino que una mayoría serían canarios. No serían los únicos, pero sí una mayoría. Me emociona. Estoy en el tren leyendo la noticia y no puedo ni quiero reprimir la emoción. Unos ciudadanos han sabido comprender lo que significa ser ciudadanos de un Estado democrático de Derecho, los de la España de la democracia y el Derecho. La que disfruta de la organización institucional más potente para la garantía de los derechos y libertades fundamentales, aquéllos que hacen ciudadanos a los ciudadanos. Han comprendido que los pitos eran también contra ellos, contra su condición ciudadana, contra su libertad. Y éstos son mis canarios. Mis queridos canarios. Me emociona.

(*) Catedrático de Derecho Administrativo

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