La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cartas a Gregorio

Todo el mundo me habla bien de ti

Querido amigo, ¿sabes quién se murió...?: "Juanito el bufo". Pues sí, hombre. Recuerdo que de chico solía ayudarle a su padre en el bar que tenía en el parque... qué buena persona era. Le decían el bufo porque era amarillo como un peo. Cómo se nos van los amigos y la vida, Gregorio. Aunque yo, ya he decidido que no voy a morirme este año, no sé si lo conseguiré pero, si estoy vivo el año que viene por esta fecha, lo voy a celebrar hasta con la Banda de Agaete. La verdad es que cada noche cuando te metes en la cama y apagas la luz, estás más cerca del más allá que del más acá. Por eso es que, cuanto te despiertas al día siguiente, tienes que darle gracias a Dios por seguir vivo, aunque tengas unos cuantos dolores en el cuerpo. Y es que, si a esta edad, no te duele algo, es que estás muerto, Gregorio. Por eso hay que celebrar de vez en cuando que sigues vivo. El otro día me llevé una sorpresa tremenda cuando me encontré con un amigo que no veía desde hacía más de cincuenta años, qué alegría. "Pensé que te habías muerto", le dije. "Pero hombre, ¿por qué?", me preguntó él, y yo le contesté: "Porque todo el mundo me habla bien de ti...". No hace mucho falleció Don Juan Padrón, fundador de empresas como el Casino de Las Palmas y muchas otras. Había nacido en Tejeda en el seno de una familia humilde, y siempre se comportó con esa sencillez que diferencia a las buenas personas de las que no lo son. Fiel a su buen humor, había pedido que la Banda de Agaete le acompañara en su entierro... Que buen epílogo para una persona con una vida tan excepcional como la suya.

El de Paquito, el del molino de gofio, fue uno de los últimos entierros a la antigua usanza que tuve la ocasión de ver en Telde. Yo era un chiquillo de diez o doce años y el molino estaba cerca de mi casa. Aquella noche, nadie pegó ojo en Los Llanos. De la casa-molino del finado salía y entraba gente continuamente, y la familia atendía el velatorio repartiendo de cuando en cuando una tacita de caldo de pollo caliente. El día siguiente a las doce, el entierro fue multitudinario. Detrás del féretro iban los familiares más cercanos visiblemente afectados. Después, seguían en silencio otros familiares y amigos. Algo más atrás la gente hablaba de cualquier cosa y, ya a la cola de la comitiva, se hablaba de fútbol o se contaban chistes. Sí, la muerte es tan natural como la vida, pero ya no se hacen entierros como aquellos, ahora te incineran y desapareces. Aunque también me parece lógico, si piensas en lo que cuesta hoy un nicho, un entierro y una lápida con tu nombre grabado. Y es que, además, y tal como andan hoy las cosas con Hacienda, lo mejor es no tener nada a tu nombre... Saludos, y hasta el martes que viene

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