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Reflexión

Tiempo de escaparate en Europa

Alemania y Francia encargaron a mediados de octubre de 2014 a dos profesores de la Hertie School of Governance de Berlín un informe con propuestas de reforma económica. El gesto es sorprendente y meritorio, dada la escasez de iniciativas comunes en una Europa cada vez más renacionalizada. Apelaban entonces los ministros de Economía alemán y francés a la gran responsabilidad de estos países, los más ricos de la zona euro, para liderar la recuperación de Europa y el regreso a la senda del crecimiento.

Henrik Enderlein y Jean Pisani-Ferry no se hicieron esperar. El 24 de noviembre entregaban sus conclusiones, un documento de 50 páginas (Reformas, inversión y crecimiento: una agenda para Alemania, Francia y Europa) en el que destacan, precisamente, que no es tiempo de contemplaciones, que ambas locomotoras necesitan actuar no solo ahora, sino también juntas. El mayor peligro, dicen, es entrar en un periodo de "escaparate", donde se hable mucho de grandes proyectos y reformas, pero no se adopten medidas reales.

En esas estamos. Han transcurrido más de tres meses y no se conocen movimientos de reacción al informe. ¿Quizá es porque se desvía de la ortodoxia de la austeridad para proponer más inversión pública, en especial en Alemania y en Europa? En concreto, Enderlein y Pisani-Ferry hablan de crear un nuevo fondo europeo para apoyar la inversión pública que promueva la excelencia y fortalezca la solidaridad y las metas compartidas. Lo cifran en 47.000 millones de euros adicionales al plan Juncker. Su planteamiento final es que Europa es más que un mercado, por lo que invitan a redescubrir un modelo social común. Este pasa por comprender que el crecimiento del PIB puede nivelar un aumento de la deuda y que, junto con ello, conviene profundizar en políticas comunes de trabajo, salario mínimo, pensiones y educación.

Tal planteamiento se antoja difícil cuando en el club del euro las desigualdades son la nota predominante. Pero el informe es fundamentalmente un toque de atención contra la cortedad de miras. En especial, de Alemania, el gran buque europeo. Lo dicen los profesores sin eufemismos. El peligro en los dominios de Angela Merkel es la "complacencia", dejarse llevar por la cómoda situación a corto plazo, cuando en el horizonte los expertos de la Hertie School ven nubarrones en forma de ahogamiento demográfico -alertan sobre la sensibilización hacia la inmigración- y unas condiciones de trabajo poco favorecedoras del consumo.

El informe, entre otras cosas, incide en una cuestión que suena muy cercana a este lado de los Pirineos. Las inversiones requieren confianza, subrayan, y para eso es necesaria una mejor regulación europea y un compromiso claro hacia el sector digital y de abandono de la economía del carbón. ¿Cómo releer el consejo en un país que ha cambiado las reglas de juego para la energía fotovoltaica cuando el partido había empezado?

Está claro que el de Enderlein y Pisani-Ferry es un trabajo académico y ya se sabe que la realidad y la política caminan por senderos más embarrados, pero cada día de inacción es morir de belleza en un escaparate cada vez menos atractivo.

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