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Crónicas galantes

Bono lo canta todo

Un conato de crisis militar o algo así fue desbaratado hace apenas nueve años en España, según una de las sensacionales revelaciones que da a conocer Bono -el exministro, no el cantante- en la última entrega de sus memorias. Puesto a dar el cante, Bono lo cuenta casi todo.

De un hombre que se pone pelo en la cabeza hay que sospechar la posibilidad de que se implante también recuerdos tardíos bajo el cuero cabelludo, pero no parece ser este el caso. Cuando menos, el entonces presidente Zapatero no ha rectificado aún las confidencias que José Bono va desvelando por ahí. Ciertos serán los toros, por tanto.

La causa o, por decirlo en terminología bélica, el detonante del malestar de algunos uniformados habría sido la aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña que Zapatero y Artur Mas negociaron entre visillos en aquel año 2006. Cuenta ahora Bono que las transacciones se llevaban a cabo con la mayor de las campechanías. "Yo voy quitando lo de nación y tú vete poniendo más dinero", le sugería por ejemplo el hoy presidente de la Generalitat a Zapatero una vez llegada esa hora nocturna del pitillito, la copa y la confianza.

Al final, las dos partes cedieron un poco, como suele ocurrir en estos casos. Mas consiguió que la palabra "nación" figurase en el Estatuto, si bien solo en el preámbulo; y es de suponer que Zapatero tirase a su vez de chequera para satisfacer las demandas de su interlocutor. Quitando un poco de manga por aquí y añadiendo algo de sisa por allá, los dos estadistas le hicieron un traje a medida al texto autonómico de Cataluña.

Infelizmente, ese trabajo de sastrería no pareció agradar a algunos altos mandos del Ejército. Un general al mando de la Fuerza Terrestre aprovechó la festividad de la Pascua Militar en Sevilla para apuntar que si algún Estatuto excediese los márgenes de la Constitución, el Ejército podría intervenir. Aunque precisó a continuación que eso resultaba "impensable", el general fue arrestado en su domicilio por orden de Bono.

Temeroso de que se pudiera estar preparando un manifiesto en esa misma línea argumental, el entonces ministro intervino los teléfonos de un grupo de príncipes de la milicia. Lo que escuchó fue lo bastante sustancioso como para alarmar a Zapatero, quien le habría instado a evitar "como sea" la crisis en ciernes, definida por el presidente como "intento de complot". Bono se puso en plan Bond, James Bond, para tranquilizar a su presidente con la frase: "No te preocupes por los militares. Creo que lo arreglo". Y, efectivamente, dice que lo arregló.

Una vez desmontada la supuesta conjura -de la que nadie tenía noticia hasta ahora- el ministro de Defensa creyó llegado el momento de presentar su dimisión. Lo extraordinario del asunto es que dejó el cargo precisamente en desacuerdo con la aprobación del Estatuto que su jefe había negociado con Mas.

En el mismo libro de añoranzas, Bono recuerda también su intervención -al parecer, decisiva- para que Hugo Chávez, fan de Isabel Pantoja, pudiese entrar en contacto telefónico con la tonadillera. Pero esto entra ya en el dominio del culebrón, mucho menos interesante que el realismo mágico de un Estatuto negociado a tanto el kilo y bajo un soterrado ruido de espadones.

Y aún habrá quien se extra-ñe del predicamento que ahora mismo tienen Bolívar, los bo- livarianos y las ideas ultra- marinas de tierra caliente en España.

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