La Provincia - Diario de Las Palmas

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A la intemperie

Una historia delirante

Decíamos que el mundo se divide en deudores y acreedores, aunque los primeros pueden poseer el hígado de los segundos y los segundos los riñones de los primeros. Significa que un prestamista puede tener deudas y un deudor puede conceder préstamos. Podría darse el caso de que yo le prestara a usted equis dinero con un crédito que a mí me hubiera concedido su cuñado. Quiere decirse que los flujos de deuda y crédito no circulan, como el caudal del agua caliente y de la fría, por conductos distintos, sino que a veces se mezclan, o entretejen, de modo que abres el grifo de esto y te sale un chorro de lo otro.

Eso por un lado.

Por otro, resulta que la deuda se compra y se vende, y hasta se subasta, como el pescado en la lonja. Se lo explico a usted para entenderlo yo porque el vodevil financiero está lleno de recovecos argumentales. Usted, que vive a dos calles de la mía, me presta a mí un dinero, 1.000 euros, pongamos por caso. Pero cuando se lo voy a devolver resulta que ya no se lo debo a usted, sino a un chino que tiene una licorería en Shanghái. ¿Y eso? Pues porque usted, que no se fiaba de que yo le devolviera la pasta, le ha vendido la deuda (y la duda) al chino, que se la ha comprado por 500 euros en la confianza de ganar otros 500 cuando la cobre. ¿Entonces usted ha perdido 500? Así es como debería ser, pero igual no, porque con los 500 que le sacó al chino ha adquirido a su vez una deuda de 2.000 que ya está a punto de vencer.

Este mecanismo es delirante, pues podría darse el caso, moviéndonos ya en grandes escalas, de que un país llegara a deber a otro lo que no posee ni será capaz de poseer en los próximos cien mil años. No importa: solo necesita una máquina de imprimir billetes y un ejército con muchos generales. Si ustedes calculan, por ejemplo, la cantidad de dólares que circulan por el universo mundo, se darán cuenta de que suman una cifra mística. En otras palabras, que gran parte de ese dinero, aun siendo de curso legal, es falso. Pero los chinos lo compran fingiendo que es verdadero, lo que viene a ser como controlar la deuda americana. Si controlas la deuda, controlas el alma del acreedor. De lo que no tenemos ni idea es de cuánto deben a su vez los chinos. Ni a quién.

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