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Betancort, abierto y cabal, ejemplo de grancanariedad

Cinco y veinte de la mañana de ayer, domingo. Suena el teléfono en casa. Un amigo común me informa, "Acaba de fallecer Antonio Betancort, el que fuera portero de UD Las Palmas, Real Madrid y Selección Española. Su cadáver lo llevarán al Tanatorio San Miguel, donde será expuesto en la sala 108 y las exequias tendrán lugar mañana lunes al mediodía".

La noticia, por esperada desde hace algunas semanas, no me cogió de sorpresa; sí me produjo un emocionado sentimiento de dolor. Antonio y yo nos conocíamos desde hace 63 años, cuando él jugaba en el equipo de clubs adheridos Español, del barrio de Lugo, con sede en la calle León y Castillo cerca del viejo Campo España, en Las Palmas de Gran Canaria. Yo militaba entonces en el Venegas, que entrenaba Juaneco, y jugábamos, entre otros, en el viejo campo de El Palestra, en Fincas Unidas.

Cuando don Juan Obiols creó el juvenil del UD Las Palmas en 1952, Betancort fue elegido para formar parte de aquel equipo, junto a otros amigos y futbolistas destacados de entonces como Cutillas, Colacho Sacaluga, Esteban, Pepito Reyes, Chicho Carrasco, Celestino, Gerardo, Alfonso, Octavio, Martinito, Montero? Antonio se proyectaba como futbolista de excelente futuro.

El pasado viernes, 13 de marzo, había cumplido 78 años de edad (me aventajaba en dos años y cinco meses: yo cuento 75). Nuestros destinos fueron divergentes. Él llegó a integrar la plantilla de profesionales del UD Las Palmas en 1956, y debutó defendiendo la meta de nuestro equipo representativo en partido oficial en Primera División en el Estadio Insular frente al Español, el 3 de febrero de 1957, que terminó con empate a dos.

Traspasado al Real Madrid en 1961 -tras una cesión al Deportivo de La Coruña- a partir de entonces obtuvo los mayores logros, a niveles nacional e internacional (dos veces defendió los colores de España). Volvió como portero del UD Las Palmas en 1971, perteneció dos temporadas al club y luego se retiró.

Antonio llevó siempre con orgullo sus orígenes del barrio de La Isleta, vecino de la calle Palmar y feligrés de la parroquia del Carmen. Agradecimiento eterno a sus maestros en el Grupo Escolar Generalísimo Franco en la Isleta, don Luis, don José Alemán, don Manuel? Le recuerdo la medalla de la Virgen del Pino que llevaba en su cuello obsequio de la Peña del Churrero. Formó en el equipo infantil Palmar con Paco Rodríguez, Carlos, Pepe, García, Lolo, Avero, Paquillo, Tiburcio, Andrés y Melo.

Su padre fue marino mercante, trabajaba en un barco de la Compañía Aznar. Fue un muchacho sencillo, grande, directo, que no entendía de retórica. Luego jugó en el Unión Grupo -aquí se fraguó su amistad íntima con Aparicio-. Siempre jugó de portero. Familiar, esposo amable y padre, profesó amor paternal a sus hijas Begoña y Juana Teresa, al igual que a su hijo Salvador -recordamos la celebración del bautizo en el restaurante de la Feria del Atlántico, al que asistieron numerosos amigos e invitados (entre ellos Ernesto Aparicio, José María Zárraga, Antonio Ruiz?). A las pocas horas de nacer le dio de alta como socio del UD Las Palmas-. Lanzaroteño de adopción Antonio Betancort hablaba con especial devoción de Los Jameos del Agua, Punta Mujeres, César Manrique, Guillermo Topham?

Modesto y sin petulancias, sin exhibir jamás con palurda echonería la riqueza del historial deportivo que le adornaba, en las conversaciones a solas o en las tertulias simples y humanas mantenía su cordialidad y espíritu campechano de amigo sincero, cordial y humano. Le echaremos mucho de menos. Antonio Betancort fue, además de excelente amigo, un hombre abierto y cabal, ejemplo de grancanariedad. ¡Descanse en paz!

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