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Sección Oficial 'Le paradis'

La permanencia de lo efímero

En Le paradis (El paraíso) del director de cine francés Alain Cavalier, todo comienza con la muerte de la cría de un ave, su enterramiento y la voluntad del cineasta de visitar su tumba a lo largo del año, mostrando los estragos que las inclemencias meteorológicas de cada estación causan a la sepultura. A partir de entonces dos jóvenes, un arenque enrollado en salazón, una oca de plástico, un robot de juguete, la lata de un refresco de cola, varios clavos y otros objetos inopinados sirven de soporte visual para dar rienda suelta a sus recuerdos y reflexiones con voz en off sobre los temas más variados. A través de dilatados planos secuencia oímos a Alain Cavalier reflexionar acerca de temas extraídos de la mitología y la religión, e incluso hablar por boca de Jesucristo, afirmando que sobrevivió a la crucifixión y que su resurrección fue un fraude realizado con la complicidad de su discípulo Juan.

Técnicamente Le paradis es un ensayo fílmico rodado a modo de un diario íntimo y dotado de una gran poesía, en el que el director vuelve a los juguetes de su infancia y a sus recuerdos para demostrarnos que son los niños y los ancianos quienes prestan más atención a las cosas pequeñas, convirtiendo momentos aparentemente insustanciales en instantes de una profundidad asombrosa, demostrando que en el instante fugaz y efímero se encuentra la permanencia. Es grato comprobar viendo Le paradis, que si se posee la imaginación suficiente se puede crear arte con muy poco, pero si Alain Cavalier hubiera hecho algo más concreto que divagar con voz superpuesta a lo largo de la película, indudablemente el resultado hubiera sido más encomiable.

Teniendo en cuenta que Alain Cavalier es un octogenario y un director consagrado, me inclino a pensar que esta es la apuesta de un cineasta que busca demostrar que no se necesitan grandes medios, ni siquiera los más modernos, para filmar imágenes bellas. Si esta era su intención, es evidente que lo ha conseguido, pero el film no sólo es minimalista en su forma, sino también en su contenido, porque adolece de un mensaje claro por la voluntad de su creador de hablar sin concierto ni propósito fijo y determinado durante 70 minutos.

¿Testamento, reflexión sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, contestación a un cine que se ha convertido en un espectáculo circense? Cualquier lectura es posible amparándose en un planteamiento tan abierto.

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