La Casa-Museo Pérez Galdós fue sede el pasado jueves del acto de presentación de los dos tomos de la obra Pancho Guerra: teatro, radio y cine bajo la presidencia de Larry Álvarez, coordinador general de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo de Gran Canaria, quien estuvo acompañado por Miguel Guerra, presidente de la Fundación Pancho Guerra; Yolanda Arencibia y Franck González, responsables de la edición, ante la presencia de un selecto público.
El acto mantuvo en todo momento el interés del auditorio a las intervenciones de los ponentes que aportaron detalles sobre la personalidad del autor y resaltaron pasajes -algunos inéditos- de la obra del periodista y escritor tirajanero. Sin embargo hubo un olvido por parte del portavoz de la Fundación al no hacer mención, en ningún momento, a lo que supuso la rehabilitación y restitución de la memoria, vida y obra de Pancho Guerra por parte del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, en la etapa de Francisco Araña del Toro como alcalde que entonces contó, además, con la total disposición de don Agustín Millares Carlo, eminente intelectual, catedrático e investigador grancanario exiliado en México y Venezuela a raíz de la Guerra española y recuperado para la Isla tras la muerte de Franco en 1975, en que regresó definitivamente a Las Palmas de Gran Canaria (su ciudad natal que lo había nombrado Hijo Predilecto en el año 1970), que fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Laguna en 1976 y fue docente de Paleografía y Diplomática en el Centro Asociado de Las Palmas de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) desde 1978 hasta su fallecimiento en 1980.
En la etapa de Lorenzo Olarte como presidente del Cabildo de Gran Canaria y de la Mancomunidad Provincial de Cabildos de Las Palmas, el 16 de septiembre de 1975 se creó el Plan Cultural cuya Gerencia y Secretaría de Coordinación fue encargada por unanimidad a don Agustín Millares Carlo, difícilmente podría encontrarse persona más indicada que él. Yo había conocido y tratado a don Agustín en Maracaibo, en uno de mis viajes a Venezuela, en una comida con un grupo de canarios entre los que había varios doctores y catedráticos de la Universidad de Zulia.
Años después, cuando don Agustín fue nombrado secretario general del Plan Cultural todos sentimos el contagio de su excepcional entusiasmo, su capacidad de idear, crear y hacer, su invencible juventud intelectual y su envidiable vigor de hombre nacido para el trabajo del espíritu a tope.
En el artículo Cuarto del Reglamento del Plan Cultural, que trataba de la política editorial e informativa, se expresaba "es igualmente forzoso ir dando a la luz todos cuantos conocimientos básicos se ignoren o se vayan acumulando por la mecánica del Plan, tanto en el interior como en el exterior del Archipiélago". Francisco Araña del Toro -que desde su toma de posesión como alcalde del municipio tirajanero se había propuesto ensalzar la figura de Pancho Guerra y publicar todas sus obras en colaboración con el Plan Cultural- contactó con la Mancomunidad de Cabildos y el 13 de julio de 1976 acordó la edición de diez mil ejemplares, obra que fue presentada el sábado 5 de febrero de 1977 en el acto de inauguración de la casa de la Cultura y Teleclub Pancho Guerra, en Tunte. Fue el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, con su alcalde Francisco Araña del Toro al frente, quien aportó una muy estimable cantidad de dinero para colaborar en la edición de las obras completas, en cuatro tomos: Los cuentos famosos de Pepe Monagas (1976), Memorias de Pepe Monagas (1977), Léxico de Gran Canaria (1977) y Artículos y comedias (1978), que supuso un sensacional, admirable y extraordinario revulsivo en la reivindicación de la figura y obra de Francisco Guerra Navarro en aquellos años de cambio político, social y cultural de España en cuya empresa participé activamente toda vez que yo era asesor de Cultura Popular y Teleclubs en la provincia de Las Palmas -en tiempos de José Luis González Sobral, delegado del Ministerio de Información y Turismo, primero, y de Antonio Cabrera Perera, delegado del Ministerio de Cultura, después- y, además, asesor de prensa del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. De esta fundamental e importante etapa de la edición y difusión de la obra completa de Francisco Guerra Navarro no habló, para nada, el representante de la Fundación Pancho Guerra en el acto del pasado jueves. ¡Lamentable olvido!
Quiero pensar que esta omisión sobre la aportación bibliográfica y documental que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana realizó entre los años 1976 y 1978 pudo deberse a un lapsus mentis. No obstante, ya es reiteración porque existe el antecedente del 11 de octubre de 2013 en su intervención en el acto institucional de la entrega de los títulos de Hijos Predilectos de San Bartolomé de Tirajana a Monseñor Santiago Cazorla y Pancho Guerra, en el que el tiempo que disponía para agradecer la distinción a ambos lo empleó en un politic speech. ¡Lamentable!
