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Opinión

El ego de Cristiano, contra Messi

El Madrid, en crisis, necesita recuperar a Cristiano Ronaldo. En vísperas del decisivo partido del Camp Nou del próximo domingo, del portugués se espera que deje de ser protagonista de versos como aquellos de Rubén Darío de "la princesa está triste, qué tendrá la princesa". Las últimas actitudes que ha mostrado en el Santiago Bernabéu empiezan a crear en los aficionados sentimientos de desaprobación. Lo que no había ocurrido nunca.

Para ganar la Liga el Madrid ha de derrotar al Barça en el Camp Nou. Cristiano tendrá duelo personal con Messi, que le ha superado en la tabla de goleadores. Su ego se lo exige. Será su gran batalla personal.

Al argentino Di María casi le pidieron el patíbulo la tarde en que se acomodó los genitales. Estaba desencantado con el público y la directiva. Se le indultó momentáneamente, y a pesar de que sus últimas actuaciones fueron de sobresaliente, el club acabó dejándole salir. Cristiano Ronaldo hizo otro gesto de acomodación y dirigiéndose al público dijo un "jodanse", en portugués, que recogieron las cámaras de televisión.

Cristiano lleva un par de meses en que no se halla y el público, hasta ahora, se lo había consentido todo. Incluso que haga esos gestos despectivos hacia la grada. Los goles, que últimamente son menos, contra el Levante falló algunos casi incompresibles, le están salvando momentáneamente. Necesitará recuperar el buen tino en el Camp Nou para que el madridismo le devuelva todo el crédito.

Cristiano es futbolista excepcional. Indiscutiblemente es ya una de las grandes figuras de la historia. Como ser humano deja bastante que desear. Sus actitudes, chulescas en muchos casos, le han creado animadversión en casi todos los campos españoles. Sus colegas no le guardan respeto porque siempre que puede les ningunea. Presume de ser rico y guapo, pero todo en él no es felicidad. Desde que lo dejó la novia, su espíritu es de individuo de corazón maltrecho. En su entorno se sospecha que parte de sus frustraciones futbolísticas las agranda porque en él hay rabia y dolor por decepción platónica.

Se le conocen protestas constantes a los árbitros que se las toleran por ser vos quien sois. A otro jugador de menor prestigio lo amonestarían constantemente. Discute todo tipo de decisiones arbitrales y, junto a los gestos de desaprobación por ellas, une los momentos de malhumor hacia sus compañeros cuando no le dan el balón. Su ego es tal que considera imprescindible que le den la pelota cuando va hacia el área o está dentro de ella. Los convierte en culpables ante el público.

Ricardo Gallego, excelente exfutbolista del Madrid e internacional, comentó el pasado domingo en Onda Cero, cuando Cristiano volvió a fallar un libre directo, que con sus estadísticas, cero goles en los últimos 54 disparos, a otro jugador, cada vez que se acercara al balón para el lanzamiento, le silbarían. Cristiano también tiene exención de culpa en estos lances.

Cristiano tendrá que buscar el perdón en el Camp Nou. Una gran actuación le redimiría de sus últimos desplantes. Casillas le tuvo que llamar al orden para que se uniera a sus compañeros para saludar y oír los reproches de la grada tras la derrota ante el Schalke. Pretendió escaquearse. En estos casos busca el túnel de vestuarios antes que nadie. No soporta la menor discrepancia.

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