La Provincia - Diario de Las Palmas

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Hielo y desierto

Cuenta Platón que, en la expedición ateniense contra Potidea, Sócrates no sólo caminaba descalzo por el hielo, mientras todos los demás procuraban calzar sus pies con botas forradas de piel de oveja, sino que en una ocasión se levantó dándole vueltas a un problema filosófico y continuó en pie durante todo el día y toda la noche hasta que abandonó su meditación. La anécdota puede que haya sido exagerada, pero sabemos con seguridad que Sócrates a veces se ensimismaba, absorto en sus pensamientos, como aquella vez en que se dirigía a casa de Agatón y se quedó atrás, completamente abstraído, ante la puerta de un vecino. En un momento de la película Lawrence de Arabia, antes de la travesía del desierto de Nefud, el entonces teniente Lawrence (Peter O'Toole) también pasa muchas horas meditando en el desierto, completamente indiferente a lo que sucede a su alrededor, hasta que encuentra la solución a un problema estratégico. No todos podemos ser como el filósofo Sócrates o como el teniente Lawrence, pero algunos tendrían que aprender algo de Sócrates en las frías noches de Tracia antes de entrar en batalla y de Lawrence en el desierto antes de enfrentarse al Nefud. Tertulianos televisivos, opinadores, analistas, comentaristas, profetas y adivinos a posteriori, tengo algunas preguntas para vosotros: ¿cuándo estudiáis? ¿Cuándo leéis, cuándo reflexionáis, cuándo os tomáis vuestro tiempo para digerir las noticias del día? ¿Alguna vez os quedáis de pie y descalzos encima del hielo dándole vueltas a los asuntos de los que luego vais a hablar con la misma seguridad con la que Ronaldo lanza un penalti? ¿Alguna vez os quedáis atrás, completamente abstraídos ante la puerta de un vecino, cuando os dirigís al plató? ¿Alguna vez os quedáis horas meditando en el desierto acerca de un asunto estratégico, para luego poder enfrentaros con fuerza y conocimiento al Nefud de un debate televisivo? ¿No necesita un tertuliano muchas horas de hielo y desierto para poder hablar sabiendo de lo que habla? Sócrates y Lawrence nunca podrían ser tertulianos televisivos porque la televisión no necesita frío ni calor, sino bronca, apresuramiento, frivolidad y capacidad de producir argumentos que harían tiritar a Sócrates y sudar a Lawrence.

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