La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cada cosa en su sitio

Fulgor y quebranto de Ibermúsica

La interminable crisis se ha cebado con ferocidad en personas y entes que conforman el tejido cultural español, públicos y privados. Entre los últimos es especialmente relevante la situación que afecta a Ibermúsica, empresa de gestión que da prestigio internacional a la vida musical del país. El respeto de que goza en el mundo su fundador y presidente, Alfonso Aijón, es parangonable al de las grandes figuras de la composición y la interpretación. A lo largo de cuarenta y cuatro temporadas ininterrumpidas ha traído a España a todas las orquestas, directores y solistas de élite. Decir todos no es generalización, sino precisión rigurosa. Las dos series anuales de conciertos en Madrid mantuvieron hasta que empezó la crisis un abono masivo y leal. Además, sus selectivas giras permitieron gozar en vivo a una nómina legendaria en los ciclos y festivales de las autonomías.

En suma, Aijón ubicó a España en el primer circuito mundial de la interpretación. Los porqués de este logro desde la iniciativa privada se conjugan básicamente en la absoluta seriedad del compromiso gestor con todos los conciertos apalabrados y en su misma condición de hombre de gran cultura, amigo personal e inmejorable anfitrión de los colectivos y figuras estelares. Estas garantías afianzaron su acción, no siempre positiva en lo empresarial. Asumir en plenitud las condiciones de contrato cuando algún ente cancela la actuación pedida, o la respuesta de los públicos no cubre los mínimos previstos, es el riesgo a que se exponen los gestores más audaces; un riesgo de pérdidas que, por su volumen, castigó con frecuencia a Aijón con quebrantos graves, siempre remontados a costa de su propio patrimonio.

Ahora, cuando el abono de los ciclos madrileños y las giras interiores están diezmados por la crisis, Ibermúsica se debate en su peor coyuntura. Sería imperdonable que los ilustrados españoles mirasen a otro lado, abandonando a su suerte un proyecto de esta magnitud. Los entes públicos recuperan sus estándares cuando quedan atrás los malos tiempos. Los privados pueden desaparecer en la adversidad de un cierre temporal. Con ocasión de la cuadragésima temporada de Ibermúsica, fueron innumerables las adhesiones y felicitaciones de los grandes nombres mundiales que solo vienen al país de la mano de Alfonso Aijón. Mucho más que un empresario que asume sus riesgos, es uno de los activos primordiales de la cultura musical española. Nunca pidió un euro público, pero se ha ganado a pulso el derecho a una cooperación que le permita seguir trabajando. Inhibirse sería vergonzoso.

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