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Papel vegetal

Pirómanos

He escuchado por radio a un político israelí unas palabras que me hacen creer que hay en el Estado judío al menos alguien que no piensa en términos etnonacionalistas y a quien parece importarle la suerte de los palestinos.

Las pronunció Meir Margalit, ex concejal de Jerusalén por el pequeño partido de oposición Meretz y coordinador del comité israelí contra la demolición de casas palestinas, que ha denunciado ya en varias ocasiones la peligrosa derechización del Ejército de ese país.

Según Margalit, nacido en Argentina, Israel es un país lleno de "pirómanos", los laboristas son un partido de derechas, como Likud, y el hasta ahora primer ministro Benjamin Netanyahu, jefe de fila de los pirómanos, añadimos nosotros, es un político cortoplacista.

El diagnóstico no puede ser más duro, sobre todo si se añade el pronóstico de Margalit de que, si no se le pone antes remedio y la nueva victoria de Netanyahu en las elecciones de este martes no va en ese sentido, puede estallar entre los palestinos una tercera intifada.

Algo que, si no ha sucedido ya, se debe a la "brutal represión policial" y a que los palestinos no tienen actualmente dirigentes dignos de tal nombre, critica también ese lúcido político de la casi inexistente izquierda israelí.

Mientras tanto, la prensa occidental siempre en busca de alguna voz nueva parece haberla encontrado en la persona de Stav Shafir, una diputada pelirroja de 29 años a la que algunos presentan ya como la voz de los "indignados" israelíes.

La joven parlamentaria se presentó a las elecciones de este miércoles como número cuatro de la lista de la Unión Sionista de Isaac Herzog y la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni.

Con conocimiento de causa, por su presencia en la comisión de Finanzas del Parlamento israelí, Sharif dedicó la campaña electoral a criticar la corrupción y los estragos sociales provocados por décadas de reformas ultraliberales en el país.

Mientras Netanyahu se dedicaba a meterles miedo a los ciudadanos con el programa nuclear iraní, al que se opone con tanta virulencia como a la creación de un Estado palestino, Shafir denunciaba el desvío a proyectos de colonización de fondos destinados a los servicios sociales.

Y, sin embargo, esta ex periodista, para quien "sionismo" equivale a "justicia, a preocupación por los más débiles", no parece, al igual que la inmensa mayoría de los judíos, especialmente preocupada por el drama diario de los más oprimidos: el pueblo palestino.

Para ella, la ocupación se reduce a una cuestión económica. De ahí que su denuncia se centre en las elevadas sumas que dedica el Estado judío a las ONG religiosas, a la protección de los colonos y a las infraestructuras en Cisjordania.

Del drama real de los palestinos, víctimas de la opresión, el hostigamiento diario y el expolio, prácticamente nada.

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