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Música Sociedad Filarmónica

Concierto gratificante

¡Qué alegría sentí en el último concierto de nuestra veterana y querida Sociedad Filarmónica al escuchar El Rondó caprichoso de Mendelssohn, el Wachet Auf de Bach, el Minueto de Paderewski y ?.! Me pareció vivir algunos años antes cuando oía con frecuencia esas piezas o en mi casa o por la radio.

Tras este recuerdo personal, añado que el joven pianista canadiense-polaco Jan Milosz Lisiecki es un auténtico artista, no joven prodigio sino artista anticipado, por su técnica prodigiosa dominando todos los resortes de la ejecución, digitación fácil, pedal adecuado con unas dinámicas extraordinariamente contrastadas y, sobre todo, un sonido distinto para cada compositor.

El programa también me recordó programas de hace varias décadas en que lo único que faltaba era una tercera parte de música española (la gran mayoría de artistas eran españoles) y así a Bach, primorosamente interpretado dándole más vida de lo que suele pensarse, erróneamente, que es su música, con dos Preludios arreglados por Busoni, el Wachet Auf y el Ich ruf zu Diry y ya quedamos conquistados por la belleza sonora, la dulzura del primero y el tono de súplica del segundo y todo ello con una tal facilidad que siempre se percibían las distintas voces del contrapunto bachiano, algo que seguimos disfrutando durante la audición de la corta Partita nº 2 en do menor, con un Preludio que preludiaba (permítanme la redundancia) tiempos posteriores, una Sarabande ondulante y un Capriccio, fulgurante. Un Bach con vida, no como pieza de Museo. El resto de la primera parte con el en otro tiempo interpretadísimo Minueto de Paderewski, al que se le unieron las otras dos Humorescas de Concierto (Sarabande y Caprice) de su op. 14 y su precioso Nocturno en si bemol mayor, con otro estilo, más romántico, y otro sonido. Todas las piezas sonaron muy bien, pero recuerdo especialmente el Nocturno tan sugerentemente interpretado. Cerró la primera parte el Rondo caprichoso de Mendelssohn con una interpretación muy romántica, llena de contrastes.

La segunda parte estuvo dedicada a los 12 Estudios, op. 10, de Chopin, con su extraordinaria variedad, desde el virtuosismo del nº 1, la dulzura del segundo (muy popular en los años 40 a través de una canción melódica titulada Tristeza de amor) y la bravura del último. En fin, éxito total, con un regalo incluido.

Dos jóvenes pianistas polacos, Marcin Koziac, con la Orquesta, y Jan Lisiecki, en recital? y los dos muy buenos. Arrau, Barenboim, Gulda, Brendel y tantos otros de finales del siglo pasado ya tienen descendencia.

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