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Papel vegetal

Los huesos de Cervantes

Dicen que entre los huesos encontrados tras meses de búsqueda en la cripta del convento de las Trinitarias de Madrid están tal vez, sólo tal vez, los de Don Miguel de Cervantes.

Aquí parece que interesan siempre más los poetas muertos que vivos. Basta pensar en la suerte de dos de los más grandes: Federico García Lorca y Miguel Hernández.

En la búsqueda de los del autor del Quijote trabajó, según las crónicas, un equipo integrado por un georradarista, forenses, antropólogos y expertos en textiles y en numismática.

Deben de estar muertos de envidia, si no de rabia, por semejante despliegue quienes tienen todavía a familiares en las fosas comunes de la guerra civil, porque esos huesos humildes en cambio parece que no interesan.

Sean o no los huesos hallados en la cripta del convento realmente los del autor del Quijote, algo que seguramente nunca se sabrá con certeza, hay quienes se felicitan pensando en que puede servir para promocionar turísticamente el madrileño barrio de las Letras.

Un barrio en la actualidad de tabernas y pequeños comercios así llamado porque en él vivieron algunos de los grandes poetas y dramaturgos de nuestro Siglo de Oro, esos a los que en la era de los móviles y los tweets cada vez se lee y estudia menos.

En la vecina calle de Atocha, en su número 87, está el edificio que albergó la imprenta de Juan de la Cuesta, donde en 1606 se imprimió la edición príncipe del Quijote.

Lo recuerda una placa de bronce en su fachada que representa al caballero y su escudero y que lleva la fecha de 1905, cuando se cumplió su tercer centenario.

Quien esto escribe se ha encontrado siempre cerrada la puerta del sobrio y casi triste edificio aunque el otro día pudo finalmente acceder al mismo al coincidir casualmente con un equipo de televisión que iba a realizar allí un reportaje.

En su interior puede verse una réplica de la imprenta original con los tipos de letra empleados en aquella edición príncipe. Hay asimismo expuestas en vitrinas algunas ediciones del Quijote mientras que en la pared cuelgan copias de famosas ilustraciones de la novela.

Es un espacio pequeño pero que podría utilizarse más imaginativamente para documentar todo lo relacionado con Cervantes, desde su lugar de nacimiento en Alcalá de Henares hasta los numerosos lugares y paisajes en los que transcurre la novela. Y para hablar al mismo tiempo de su influencia en posteriores creadores.

Y sobre todo, debería resultar el edificio mucho más fácilmente accesible durante el día y estar a la vez mucho mejor publicitado fuera.

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