La Provincia - Diario de Las Palmas

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Industrial con vocación de servicio

Creo que es el mejor calificativo que puede hacerse de una persona tan singular, como siempre quería que se le identificara y que ha merecido admiración y afecto, por muchas cosas, pero especialmente por su vocación de servicio.

Prestó el mejor servicio a la comunidad a la que pertenecía, desde Santa Brígida, pasando por Gran Canaria para completar las Islas Canarias, y porque no quiso alcanzar mayores metas. Ayudó a la gente, y no a su gente, sino a todo la gente que así lo quería, en el trabajo y en el deporte, en la vela latina, en la lucha canaria, en el motor, y sobre todo en el futbol, a los distintos equipos de Santa Brígida y La Angostura y en la Unión Deportiva Las Palmas de la que fue un gran presidente. Promovió actividades de todo tipo, desde la verbena de su Villa hasta los Carnavales de Las Palmas, que contribuyó apoyando y algún año que otro salvando los mogollones facilitando los ventorrillos, sorteando algún que otro capricho difícil de cumplir de algún concejal.

Prestó el mejor servicio a la industria canaria. Es de las personas que forman parte de ese círculo exquisito de emprendedores que creyeron en la industria, sin contrapartida, con espíritu de innovación, de adaptación a lo que somos y a lo que tenemos, imaginativos como nadie. Confió en la gente joven de la que sentía orgullo en sus logros, pero creía en la experiencia de quienes la tenía. Hizo crecer Embotelladora de Canarias y Cumba a un nivel que los propietarios de las marcas que era franquiciado o representaban no se lo podían imaginar, y no fue por casualidad, fue fruto de una capacidad de motivación innata y extraña, combinando exigencia, esfuerzo, liderazgo, humildad, transparencia y lealtad.

De él aprendí muchísimas cosas, desde la capacidad de negociación sobre la base de una frase que alguna vez me dijo, "lo importante no es cerrar un acuerdo, sino que todas las partes estemos satisfechos el día siguiente", a la negativa de levantarnos de una reunión aunque la otra parte nos provocase, a la originalidad en los planteamientos, en las contraofertas que siempre sorprendía, y desde luego, en la claridad de las ideas.

Introdujo el concepto de Responsabilidad Social Corporativa en el desarrollo de la industria, sin necesidad de anunciar que lo hacia, entendía que lo importante era el cliente, y que el cliente tenia que encontrar en la empresa el mejor de los entornos y para ello debía ayudar a la mejora social.

Estuve con él en el Consejo de Administración de Embotelladora de Canarias y de Cumba, más de 18 años y me marcó, por su singular empeño en conseguir las cosas, por la prudente imaginación en enfocar los temas, por ir más allá del resultado, por la decencia en los negocios, por la pasión por lo bien hecho y sobre todo, por la constancia.

Gonzalo estuvo trabajando en la fabrica hasta que murió, y supo convivir con quienes ahora le han sucedido, a los que siempre alentó y se enorgullecía. Ahora está en la Nueva Vida, en la que creía, junto a Pino, de quien enviudó joven, y con la que ya se ha reencontrado, porque seguro que ha convencido a San Pedro para estar ya en el cielo, en un dos por uno, porque cuando venia en el avión a la hora que había fallecido vi en el cielo algo extraño, una especie de angelotes barrigudos. ¡Creo que ya están tomado Clípper de fresa!, pensé.

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