La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cine 'Pride'

Orgullo y prejuicio

No hace falta detenerse en analizar todas las películas de temática LGTB (siglas que designan colectivamente a lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) para generalizar sobre su más frecuente vicio, que no es otro que tratar el tema bajo un punto de vista cómico, anecdótico o festivo. No hay más que echar un vistazo a Una jaula de grillos, A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar o Nadie es perfecto. Cuando apunta el talento, cualquier surco transitado es susceptible de ser trascendido. Sólo hace falta el tono de voz apropiado para que lo de siempre sea dicho de forma memorable. Sin embargo, lo que abunda es el uso de lo reiterado por lo fácil. Pride, de Matthew Warchus, escapa a estos reproches.

En su segundo largometraje, tras su debut hace quince años con Círculo de engaños, Warchus saca partido dramático a la descripción del degradado entorno social donde se mueve un grupo de gays y lesbianas londinenses que apoyan una huelga de mineros localizada en una pequeña comunidad anclada en el pasado, cargada de prejuicios y dividida a la hora de aceptar la ayuda de una minoría de hombres y mujeres jóvenes cuyo único delito es el de haber expresado en voz alta su opción sexual en los años 80 del siglo pasado.

Desde el mismo título, Pride (Orgullo) es una película comprometida con la auténtica entraña de la historia. No expone nada nuevo, cierto, pero está bien hecha, con sentido de la observación, penetración social y encomiable sencillez. La película de Warchus puede ponerse en la lista de ese nuevo cine inglés que favoreció el fulgurante éxito de Full Monty de Peter Cattaneo: un estilo a veces desaliñado, la voluntad realista cercana a lo documental y un particular sentido de humor como recurso para hacernos vivir una experiencia moral extraída de la vida cotidiana, en lugar de hablar de ella simplemente.

No se puede negar que Pride es una película divertida (quizás de una manera no prevista por sus responsables), que la veterana Imelda Staunton protagoniza momentos verdaderamente entrañables, que el público esbozará más de una sonrisa y saldrá del cine con una buena sensación. No es una historia incómoda de ver, está diseñada para todo tipo de paladares. Su intención es desdramatizar un drama social que ha sido objeto del hazmerreír en tantas ocasiones que ya ni siquiera produce dolor. La mayor virtud de Pride radica posiblemente en haber sido capaz de resistir a sus propios clisés o vicios de género. Aun con todo, me quedo con Looking, la serie de televisión americana dirigida por Andrew Haigh sobre un grupo de amigos homosexuales que proporciona situaciones auténticas.

Compartir el artículo

stats