La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

Un tren puede tapar a otro

Menos de 48 horas después de quebrarle el espinazo a la industria turística tunecina, uno de los pilares de la economía del país magrebí, los islamistas radicales del Estado Islámico (EI) presentaron el viernes, día santo musulmán, sus mortíferas cartas credenciales en Yemen. El atentado de Túnez, saldado con 23 muertos, dos de ellos españoles, ha conmocionado a Europa por haber sido perpetrado a escasos kilómetros de su orilla sur y en un escenario, el más occidentalizado del Magreb, que desde hace años vienen pisando en persona centenares de miles de turistas europeos. Por si fuera poco, la plausible suposición de que los dos terroristas que lo ejecutaron provenían de territorio libio refuerza la intensidad de las alarmas sobre el creciente peligro en el que se ha convertido para Europa el antiguo feudo de Gadafi, hoy en vías de transformarse en la Somalia -quintaesencia de los estados fallidos- del Mediterráneo y contagiar a países vecinos como Túnez.

La masacre de Yemen -casi 150 muertos y 300 heridos en tres mezquitas chiíes- tiene, sin embargo, otro cariz, ya que, semioculta por el duelo tunecino, corre el riesgo de pasar relativamente desapercibida, a pesar de que su relevancia geopolítica es grande. En primer lugar, porque los ataques del viernes constituyen la primera acción a gran escala del EI en un país fallido que ha venido siendo desde hace casi dos décadas, y de modo continuado, el segundo santuario mundial de Al Qaeda, sólo por detrás de su casa natal: las montañas que, sin otra ley que la de los yihadistas, se alzan a caballo de Afganistán y Pakistán. Así, los atentados yemeníes ponen de manifiesto la mutación, cocinada al calor de la guerra civil siria, que desde hace ya meses está transformando el orbe yihadista: crece imparable el Estado Islámico, respaldado por el prestigio que le da el control en Siria e Irak de un territorio equivalente a la mitad de España, y desciende el de una Al Qaeda con la que el EI se ha batido a muerte en Siria y cuyas tácticas, basadas en los ataques terroristas a Occidente y a las oligarquías conservadoras islámicas, son percibidas por muchos jóvenes integristas como una reliquia de otros tiempos. Unos tiempos marcados, sí, por episodios "gloriosos" (el 11-S, el 11-M, el 7-J londinense, la resistencia a EE UU en la guerra de Irak), pero que, en definitiva, fueron los tiempos de sus padres.

En segundo lugar, la masacre de Yemen es, ante todo, un golpe a los chiíes o, lo que es lo mismo, a la creciente expansión de los tentáculos iraníes en Oriente Medio. El Estado Islámico, como Al Qaeda, agrupa a integristas suníes, la rama mayoritaria del islam, pero, a diferencia del grupo fundado por Bin Laden, tiene un irreductible componente sectario que hace de los chiíes, la rama islámica minoritaria, un enemigo tan odiado como Occidente o las monarquías árabes del Golfo. Y Yemen, al que EE UU había logrado situar, por mor de las revueltas árabes, en un vacilante camino de salida de una dictadura de tres décadas, se encuentra inmerso desde finales del pasado año en un sangriento proceso de toma del poder por los rebeldes hutíes, vinculados a una rama del chiísmo y respaldados por Irán.

Así las cosas, los atentados del viernes arrojan cuando menos dos focos de luz. Por un lado, informan de que el EI abre una vía para sumar otra estrella a la bandera de su "califato", engalanada la pasada semana con el juramento de lealtad de los nigerianos de Boko Haram. Por otro, confirman la ampliación de su línea de choque con Irán y el chiísmo, con quien ya se las veían en Siria, Irak y Líbano. Y lo hacen precisamente cuando Teherán está en la recta final de la negociación con EE UU sobre su programa nuclear y cuando el gran detractor de ese diálogo, Netanyahu, acaba de renovar su mandato al frente de Israel. Las implicaciones de esta conjunción, muchas de ellas subterráneas, son sin duda numerosas y es muy probable que algunas se vean con más claridad en las próximas semanas.

Compartir el artículo

stats