La Provincia - Diario de Las Palmas

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Martín Alonso

La guarnición y el solomillo

En la hoja de servicios de Juanma Lillo, entrenador que dirigió -entre otros- al CD Tenerife y la Real Sociedad, sobresalen mejores frases que buenos resultados. "La guarnición se ha comido al solomillo" fue una de esas citas célebres que un día el técnico tolosarra espetó como metáfora para describir la evolución del juego -y todo el ruido que le rodea- hasta dar con el fútbol moderno.

El balompié ha mutado en las dos últimas décadas hasta convertirse -a toda prisa- en un espectáculo de masas. Donde antes sólo había juego y tradición, ahora hay negocio -los contratos de televisión, el marketing, las abdominales de Cristiano Ronaldo, el último modelito de David Beckham y la conquista del mercado chino pesan casi tanto como las dudas tácticas del entrenador de turno-.

El fútbol moderno, pese a la nostalgia de los tiempos pasados -con sus futbolistas con algunos kilos de más, botas negras, equipajes clásicos y campos con barro hasta los tobillos-, no es ni mejor ni peor que el balompié de hace 30 años. Sólo es diferente. ¿Maradona o Messi? ¿Cruyff o Cristiano Ronaldo? ¿Di Stefano o Iniesta? ¿Germán Dévora o David Silva? Da igual, todos fueron o son unos genios con el balón pegado al pie. El problema no reside en el juego, sino en todo lo que le rodea. El entorno de los clubes, desde una parte de su legión de seguidores hasta muchos de los medios que cubren el día a día informativo, han caído en lo chabacano: consumen fútbol como el que se alimenta de comida rápida; devoran, no saborean.

La UD Las Palmas, en ese sentido, es una prueba fiel de ese desparrame tan moderno y tan folclórico ligado al balón. Club de extremos, habitual en el infierno y en la gloria -según la dirección del viento-, en enero era señalado por los suyos como inquilino seguro de Primera División la próxima temporada y ahora, sólo dos meses después y en pleno bache -dos derrotas consecutivas-, es cuestionado por buena parte de los que hace nada le colmaban de piropos.

La metodología para desprestigiar a la plantilla de la UD no es nueva. Se levanta desde la misma cantinela de siempre: se acusa a los jugadores de no querer subir -por una supuesta rescisión de contratos en masa en caso de ascenso- y de frecuentar la noche más de la cuenta. Nada nuevo .

La verdad, sin embargo, hay que buscarla siempre sobre el césped. Y ahí, hasta el momento, la UD ha firmado una temporada notable tirando al sobresaliente. Líder durante 22 de las 30 jornadas disputadas, que nadie dude que cuando el equipo parecía un avión los jugadores salían de noche tanto como ahora. Con 12 finales por delante, al entorno le toca creer en este equipo para desterrar tonterías; a Herrera, dar con la tecla; y al equipo, ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Y eso lo dijo Luis Aragonés, que de fútbol sabía un rato y ganó más que Lillo. No hay más.

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