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Con otra cara

Guapos sexis, guapas tontas

No hay más que echar un vistazo a cualquier informativo para darse cuenta de que se llevan los políticos guapos y atractivos. Del primer ministro italiano Matteo Renzi, al primer ministro francés, Manuel Valls, pasando por los griegos Tsipras y Varoufakis y, en tierra patria, Pedro Sánchez por el PSOE, Alberto Garzón por IU o Albert Rivera por Ciudadanos, por poner varios ejemplos. Son gente que se saca el máximo partido pero a nadie se le ocurre insinuar que son tontos por cuidar su aspecto ni se les acusa de frívolos por ir cada dos semanas a la peluquería. Bien. ¿Se imaginan una lista así de mujeres? Leía el fin de semana un artículo de la doctora en sociología Olivia Muñoz Rojas publicado en El País que abordaba esta cuestión: la fascinación hacia los líderes inteligentes, atractivos y con desenvoltura mediática que nos invade. Nada nuevo a lo que hace un lustro acuñó la socióloga británica Catherine Hakim como "capital erótico", una combinación de atractivo físico y social que, a su juicio, tiene la misma relevancia en las relaciones de poder que los capitales económico, social y cultural que tradicionalmente han marcado el éxito de un líder que se precie. Este aceptado capital erótico en los políticos que a mí me permite en esta columna calificar de sexis y buenorros a muchos de los políticos de los que hablaba sin que me echen a los perros, resulta sin embargo absolutamente inapropiado en el caso de que habláramos de mujeres a cuyo físico es mejor no referirse a riesgo de acabar en la hoguera por sexista. De hecho, las propias políticas huyen de cultivar su atractivo físico por aquello de lo de la guapa tonta solo preocupada por cazar un marido, y se considera frívolo o superficial preocuparse por la belleza. Cuando en el año 2010 Catherine Hakim defendió la legitimidad de las mujeres de usar ese capital erótico para escalar en la sociedad, igual que se utiliza el dinero, la cultura o los contactos, las feministas británicas se le echaron encima. Normal, claro... ¿O no? Está demostrado que la gente guapa y atractiva tiene mejores resultados en el mercado laboral con lo que tal vez, y sólo tal vez, muchas mujeres que aspiran a liderar un país o una empresa estén echándose piedras sobre su tejado ignorando ese capital erótico que ellos cada día rentabilizan más. En cualquier caso no vendría mal que nos cuestionáramos por qué un hombre sexi suma puntos en cualquier ámbito y una mujer tiene que dar una imagen seria y asexuada para que la tomen en serio.

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