Hay un mito supuestamente democrático que los supuestos demócratas repiten a modo de cantinela o, como ellos dicen, a modo de mantra: la alternancia es esencial para la democracia. La alternancia de qué, me pregunto: ¿partidos, ideologías, personas, los tres factores mezclados? Este soniquete, o mantra para los que les guste, tiene casi tal grado de estulticia como ese que vuelve a estar de moda: "Ya no hay izquierdas ni derechas, de lo que se trata en política es de gestionar bien". Ambas afirmaciones buscan lo mismo, la desaparición de las ideologías, sobre todo de aquellas que defienden a los débiles, que luchan por la igualdad, la justicia, que ejercen la solidaridad, que defienden la sanidad pública y la educación. Desaparición que implica la esencia del liberalismo, y del capitalismo, que manden los mercados, ellos ponen a cada uno en su sitio. Es cierto, se ha visto en esta crisis: los pobres cada vez más pobres y numerosos, y los ricos, por ejemplo las empresas del Ibex 35, cerraron el año con unas ganancias por encima del cuarenta por ciento respecto a 2013.

Por eso, cuando se dice que en Andalucía llevan gobernando los socialistas más de treinta años, yo siempre digo lo mismo: ¡menos mal! Porque a pesar de los pesares -y no voy a dar la lista de los errores, corruptelas y demás, de eso ya se encargan otros- el sur de España, Andalucía, en la que viven casi nueve millones de personas, no está en la situación de los sures de otros países mediterráneos -y tampoco voy a dar la lista de los desastres- el sur de España está mucho mejor: en infraestructuras, en movilidad, en industria y en tecnología, y en educación y en sanidad. Pero es preferible hablar del paro, cierto, la tasa más alta de España con la de Canarias, que del Parque tecnológico de Málaga, por ejemplo. Es preferible hablar de la corrupción de los ERE como gran conspiración cuando está muy claro de lo que se trata, que de cómo ha resistido la sanidad andaluza manteniendo prestaciones a pesar de los recortes de Rajoy y Merkel. Si en 1992 no gobernaran los socialistas, tanto en el gobierno de España como en el andaluz, no sólo hoy no existiría el AVE a Sevilla, sino que ninguna capital andaluza tendría alta velocidad. Por eso me quedo alegre con la sonrisa de Susana Díaz la noche electoral del pasado domingo. Tiempo para corregir errores, por supuesto, pero tiempo para seguir mejorando.